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En los s. XVI y XVII, se denominada limpieza de sangre a la cualidad de tener una ascendencia genealógica exclusivamente de cristianos viejos, sin asomo de antecesores judíos o musulmanes ni haber tenido algún familiar penitenciado por la Inquisición. Se necesitaba acreditar dicha cualidad para acceder a determinados cargos o para acceder a las Órdenes militares.