El Centro Documental de la Memoria Histórica custodia una valiosa colección de carteles compuesta
por un total de 2.280 piezas de diversa procedencia, una buena parte de las cuales son resultado de
la incautación llevada a cabo por los organismos represores que actuaron durante el avance de las
tropas rebeldes comandadas por el general Franco, y de manera especial por parte de la Delegación
Nacional de Servicios Documentales (DNSD). Más de la mitad (1.280) forman parte de la Sección
Político-Social creada por dicho organismo. El resto han ingresado en distintos momentos,
a partir de la creación del Archivo en 1979.
Se trata de una colección de gran interés pues reúne un conjunto más que notable de carteles editados
en su mayor parte durante la Guerra Civil Española (1936-1939), de los años que le precedieron y de
los posteriores, es de un volumen considerable y contiene algunos ejemplares difíciles de hallar.
La Delegación Nacional de Servicios Documentales, creada en 1944 a partir de organismos surgidos en
1937 y suprimida en 1977, estaba estructurada en dos secciones: Político-Social y Especial,
con documentos incautados en territorio republicano para utilizarlos en tareas represivas
fundamentalmente, pero también de contrapropaganda. Para estas últimas se formó una colección
de carteles en la Sección Político-Social, a la que se han añadido por razones de conservación
otros trece ejemplares que aparecieron entre el resto de los documentos al avanzar en las tareas
de descripción, todos ellos de los años anteriores a la guerra, entre 1931 y 1936, anunciando
mítines o festivales e incluso una carrera ciclista.
La Sección Especial es la otra gran unidad de ese organismo y en ella se elaboraron los expedientes
relativos a la Masonería y otras organizaciones ideológicamente disidentes del catolicismo
oficial franquista, que fueron empleados para reprimir sistemáticamente a los masones.
Junto a estos documentos se reunieron toda una serie de objetos con la finalidad de utilizarlos
para desprestigiar la Orden, son los mandiles, bandas, insignias, espadas e incluso muebles con
los que se recreó la supuesta logia masónica que aún hoy subsiste, y que constituye un exponente
del fantasioso imaginario del régimen franquista, obsesionado con la persecución y desprestigio
de la institución masónica. Entre estos materiales se conservan una serie de cuarenta y seis
carteles que fueron recogidos de las paredes de los templos masónicos de cuya decoración formaban
parte o bien eran elementos rituales, entre los que predominan los que contienen textos y
consignas de la filosofía masónica así como imágenes con los principales símbolos que sus
miembros reconocen, y algún manifiesto dirigido a la sociedad en general o el original de
un cartel de propaganda.
El segundo grupo de carteles (876 piezas) procede de la Colección José Mario Armero sobre la
Guerra Civil Española, adquirida por el Estado en 2001, y compuesta por una gran cantidad de
documentos, libros, prensa y objetos, que de alguna manera tienen relación con el conflicto y
con los primeros años del Franquismo. Destacan por su interés y volumen, las fotografías, las
tarjetas postales y los carteles. Originalmente estos últimos estaban clasificados, no siempre
correctamente, en los siguientes apartados: Nacionales, Republicanos, Internacionales, Preguerra y
Posguerra. A ellos se han unido en el Archivo algunos otros que aparecieron mezclados y doblados
entre la documentación textual y que completan la colección de carteles republicanos editados
durante la guerra y en los años anteriores, a la vez que añaden un número significativo de carteles
producidos por el bando nacional, especialmente los impresos en la inmediata posguerra.
Otros 54 carteles, todos ellos de los años 1936-1939 con la idea de completar la recopilación
existente, se han incorporado por adquisición directa. De los años posteriores y de otra temática,
la masonería y el exilio casi siempre, son los ejemplares que se han incorporado últimamente en el
Archivo. Proceden del archivo de Dionisio Ridruejo, uno relacionado con su actividad política y
el otro con la literaria. Doce de la Colección de José Luis García Cerdeño, ingresada en el archivo
en 2001, y compuesta fundamentalmente por documentación de particulares y organizaciones españolas
en el exilio, entre las que tiene una presencia destacada la Masonería, siendo esta la razón de que
la mayor parte de dichos carteles correspondan a sus actividades, quedando otros que anuncian
conferencias de exiliados como Indalecio Prieto o Luis Jiménez de Asúa así como algún manifiesto.
Por su contenido, la mayoría se refieren a la Guerra Civil Española y al ámbito republicano, por
ser la España leal el espacio donde fueron incautados la mayoría de los que hoy componen esta
colección. En primer lugar destacan los relativos a la actividad militar, el reclutamiento
y la movilización, las consignas de guerra, el fortalecimiento de la disciplina, e incluso normas
para la instrucción, no faltando los que se refieren a la intervención extranjera. También abundan
los relacionados con la economía de guerra, especialmente el trabajo en la retaguardia y la agricultura.
Otro grupo importante es el que contiene mensajes ideológicos, especialmente los referidos al
antifascismo, que son abundantes al presentarse como una norma básica de actuación, pero están
también los vinculados con los grupos anarquistas y la revolución. Tampoco faltan aquellos que
presentan caricaturas de personajes o grupos del otro bando, o los que pretenden concienciar contra
las actividades subversivas que puedan minar la moral y favorecer el triunfo del enemigo.
Con personalidad propia figuran los carteles de prensa, que anuncian publicaciones o son periódicos
murales, al igual que pasa con los dedicados a la educación de adultos. Abundantes son también
los relacionados con las actuaciones de ayuda y solidaridad y las asociaciones que se ocupan de ello.
Aquí cabría indicar el elevado número de los dedicados a los niños y a las mujeres, los primeros como
objeto de protección, y las segundas por su valiosa contribución al esfuerzo bélico.
Los lugares de impresión fueron Madrid, Barcelona y Valencia fundamentalmente, como grandes ciudades
donde las artes gráficas estaban desarrolladas, y de las que resistieron mas tiempo y donde las
instituciones públicas y privadas tuvieron sus órganos directivos y por tanto de propaganda. También
destacaron Bilbao, Castellón, Gijón, Santander, París, Moscú y Leningrado.
Sus editores fueron también de lo más variado, destacando instituciones públicas como el Ministerio
de Instrucción Pública y del Ministerio de Propaganda, además del Ejército de la República. Entre las
entidades privadas citar a los sindicatos y partidos políticos, especialmente CNT-AIT, UGT, PCE o
Juventudes Libertarias, organizaciones como Altavoz del Frente o las Asociaciones de Amigos de la
Unión Soviética. Punto aparte es la Editorial soviética Iskusstvo, responsable de los carteles que
sobre la URSS tenemos.
Los carteles conservados en el Centro Documental de la Memoria Histórica constituyen un conjunto
excepcional para el estudio de la propaganda durante la guerra, sus antecedentes y sus consecuencias.
Su mera contemplación sirve para comprobar la fuerza evocadora del dibujo, de las alegorías, para
representar la tensión, el drama vivido en los angustiosas jornadas, interminables, de una guerra
que desgarró nuestro país y fue preludio de casi cuatro décadas de ominosa dictadura.
José Ramón Cruz Mundet
Subdirector General de los Archivos Estatales.
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