Es el medio usado por la Corona para la ampliación del número fijado de oficiales públicos. Supone la venta de oficios a particulares y permitó, en momentos de crisis, aumentar los ingresos de la monarquía.

Puede acrecentarse de por vida, por más de una vida o a perpetuidad, algo frecuente en los acrecentamientos en América.

La determinación del número de oficiales que desempeñan su función en cada una de las escalas de la Administración medieval y moderna viene impuesta, en teoría, por las necesidades que deben ser atendidas. Sin embargo, a partir de la Baja Edad Media, por causa de la concepción patrimonial que se adopta del oficio público o como consecuencia de ella, el número de oficiales que prestan sus servicios en la Corte, en las administraciones territoriales o en las ciudades y villas no vienen dado por las necesidades que se den a cualquier nivel de la Administración, sino por las particulares necesidades del monarca; la consideración del oficio público como merced real y su consiguiente atribución por el soberano por vía compensatoria, para premiar determinados servicios prestados a su persona o a su causa, o, más generalmente, a cambio de una renta cierta, va a determinar, en muchos casos, un considerable incremento del número de cargos públicos. Como contrapartida, las ciudades y villas solicitaron a la Corona y, en ocasiones, obtuvieron la reversión de las situaciones creadas por el acrecentamiento desmedido de sus plantillas, a través del sistema de consumición de las vacantes, no proveyéndolas cuando se produjeran, con el objeto de reintegrar el número de oficiales de plantilla en cada ciudad al originario.