Rey de Navarra. Hijo de Sancho VI y Sancha de Castilla. Antes de acceder al trono participó en sendas campañas militares en Aquitania para defender los derechos de Ricardo I de Inglaterra. Su ascenso al trono tras la muerte de su padre (1194) vino sucedida por la victoria almohade en Alarcos (1195). El rey navarro aprovechó la debilidad que esto suponía para Castilla y urdió alianzas con leoneses y almohades. El papa Celestino III censuró la actitud de los reyes cristianos de la Península y maniobró diplomáticamente para lograr un entendimiento entre ellos y la lucha contra el infiel. En el caso de Navarra, trató de ganarla a la causa con la concesión de una bula que reconocía el título de Reyes de Navarra. Sin embargo, en 1198, Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón firmaron el Tratado de Calatayud que contemplaba el reparto de los territorios navarros. Sancho VII trató de romper la alianza entre ambos monarcas ofreciendo un acuerdo matrimonial entre el rey aragonés y una infanta navarra. No obstante, Castilla no cejó en sus ataques al reino de Navarra y logró hacerse con Álava, Guipúzcoa y Durango, mientras que Sancho VII solo pudo mantener la comarca de la Sonsierra.

En los años posteriores, Navarra trató de minar las fronteras castellanas pero sin grandes avances y finalmente, se unió al llamamiento de unidad entre los reyes peninsulares que hizo posible la victoria cristiana en las Navas de Tolosa (1212). Gracias al botín conquistado en la batalla Sancho VII pudo invertir con vistas a reforzar el patrimonio real en Tudela y en la frontera con Aragón mediante la compra de varias villas y señoríos; también invirtió de manera importante en Pamplona. Propulsó operaciones de saqueo en tierras musulmanas y participó en la cruzada promovida por Jiménez de Rada en 1219 para la toma de Requena.

Los últimos años de reinado estuvieron marcados por el problema sucesorio. Sancho VII contrajo matrimonio en dos ocasiones: en primeras nupcias casó con Constanza de Toulouse a quien repudió, y luego se casó con Clemencia de Alemania quien le dio un hijo, el infante don Fernando, que murió en su juventud. Por ello, sin hijos legítimos trató de legitimar la sucesión en alguno de sus bastardos y hasta llegó a acordar con Jaime I un prohijamiento mutuo. Fue finalmente sucedido por su sobrino Teobaldo I.