Escritor costumbrista, crítico taurino y político español. Hijo de Francisco Estébanez y María Calderón; al quedar huérfano, fue acogido por sus tíos. Estudió con Antonio Recalde y con los clérigos de la Iglesia de la Concepción; después marchó a Granada donde hizo estudios de derecho. Su primera obra fue una oda a Riego en el momento del levantamiento. En 1822 se colegió en Málaga y logró la cátedra de Retórica y Bellas Letras en el Seminario, además del puesto de promotor fiscal del obispado. Al producirse la intervención del Duque de Angulema en 1823, formaba parte de la Milicia Nacional por lo que se refugió en Gibraltar. Regresó a Málaga donde vio que se le había retirado el título de abogado, por lo que hubo de volver a Granada para revalidarlo. Abrió un bufete en Málaga donde ejerció como abogado.

En 1830 se trasladó a Madrid con el objetivo de impulsar su carrera literaria, empezando como crítico teatral. Tuvo una intensa vida social, manteniendo amistad con la marquesa de Zambrano, la duquesa de Frías o los condes de Tebas que le presentaron a Prospere Merimée. Sus primeros escritos costumbristas fueron publicados en Cartas Españolas y Revista Española. En 1833 recibió el encargo de Francisco Javier de Burgos para dirigir el Diario de la Administración.

Con el estallido de la primera guerra carlista, fue nombrado auditor del Ejército del Norte y se le encomendó en 1835 la jefatura política de Logroño. Volvió a Madrid donde se dedicó al estudio del Folklore y las fuentes árabes. En 1838 se le nombró jefe político de Sevilla donde desarrolló una importante labor cultural. Hubo de abandonar el cargo tras la sublevación del general Narváez. En 1839 contrajo matrimonio con Matilde Libermoore Salas lo que le emparentó con José de Salamanca y Manuel Agustín de Heredia. Gracias a estos privilegiados contactos logró el puesto como administrador de la renta de la sal. Por estos años asumió la protección de un joven Antonio Cánovas del Castillo, con quien también tenía lazos familiares. Fue, nombrado, además, académico de la Real Academia de la Historia.

En 1849 fue nombrado nuevamente auditor general del ejército expedicionario de Italia, cuya misión era garantizar la restauración del poder temporal de Pío IX. Durante su estancia en el país transalpino trabó amistad con Juan Valera. Cesante de sus cargos durante el Bienio Progresista, fue nombrado consejero de Estado con el gobierno Narváez.

La muerte de su esposa en 1856 fue un duro golpe anímico. No obstante continuó su labor como escritor. Una de sus grandes pasiones fue la búsqueda de tesoros bibliográficos con los que construyó una importante biblioteca que acabaría integrándose en la Biblioteca Nacional.