Conquistador y cronista castellano.

No se conoce el momento de su llegada al Nuevo Mundo, pero en 1534 aparece entre los conquistadores del Perú. En Cajamarca suscribió como escribano el acta de reparto del rescate de Atahualpa. Ejerció de secretario de Pizarro durante la marcha de Jauja al Cuzco. Se le encargó el relato de la conquista entre 1533 y 1534, que volcó en una crónica, continuación de la de Estete, autorizada por el propio Pizarro. El original se encuentra perdido, pero nos ha llegado una traducción al italiano publicada por el impresor Giambattista Ramusio en 1550.

El 22 de abril de 1535 obtuvo permiso para regresar a España, pero su alejamiento del Perú perjudicó sus propiedades y comercios. En España se estableció en Toledo, donde fue regidor, y se casó con Guiomar de Aragón; pero, arruinado, regresó al Perú (1539), i nvestido por Carlos V con el título de gobernador de la Terra Australis, con el encargo del descubrimiento y la conquista de las tierras situadas al sur del estrecho de Magallanes. Sin embargo, no contando con medios económicos suficientes, una vez en el Perú, Pizarro le obligó a formar una sociedad conjunta con Pedro de Valdivia y Francisco Martínez para afrontar la conquista de Chile. Sin embargo, al no poder costear lo que debía aportar, Sancho de la Hoz fue encarcelado en Lima por sus acreedores.

Durante la campaña en Chile, Pedro Sancho de la Hoz conspiró junto a otros expedicionarios contra Valdivia, e intentaron asesinar a éste durante el trayecto, pero fueron descubiertos antes de llevar a término su intención. Valdivia les perdonó la vida el 20 de agosto de 1540, para evitar conflictos con la Corona. Posteriormente, a provechando la ausencia del líder en la ciudad de Santiago, Pedro encabezó una conspiración para abandonar Chile y regresar al Perú. Valdivia abortó la deserción y le perdonó nuevamente la vida a su enemigo; y durante el reparto de encomiendas en la ciudad de Santiago, Pedro se puso al frente de las reclamaciones de algunos descontentos, siendo de nuevo derrotado. Finalmente, en Copiapó, Pedro Sancho de la Hoz quiso aprovechar la ausencia de Valdivia para asumir el mando. Francisco de Villagrá, lugarteniente de Valdivia, condenó a Pedro Sancho a la decapitación y exposición de su cabeza en plaza pública, pregonándose su delito de traición al Rey (1547).