Con la ayuda de su sobrina, Beatriz de Jesús, monja igualmente de la orden carmelita descalza, Teresa de Jesús se decide a fundar un convento en la ciudad de Toledo.

Sus lazos con la ciudad venían de tiempo atrás. Mantenía, además, una gran relación con Luisa de la Cerda, dama de la nobleza de Toledo. Incluso la visitó durante una larga temporada cuando esta quedó viuda en 1562. Ya en esa época empiezan a idear la creación de la nueva casa aprovechando la existencia de una comunidad de religiosas en Toledo que querían unirse a las carmelitas descalzas.

Primero residieron en unas casas junto a la sinagoga del Tránsito en el que era el Barrio Nuevo. Ya en 1560 pasan a habitar unas casas en la zona del Torno de las Carretas y por último se mudan a unas casas en las Tendillas de Sancho Minaya. Después de estas mudanzas, ya en 1607, se instalarían en el emplazamiento definitivo, una antigua casa de la familia de la Cerda.

Se trataba de un palacio que había comenzado a construir Fernando de la Cerda pero al morir, la obra queda paralizada. Sus herederos no acaban de levantarla lo que les anima a vender el solar a medio construir.

Aprovechando esa amistad entre Teresa de Jesús y algunos miembros de la familia, consiguen hacerse con la casa y acabarla, adaptándola a las necesidades de lo que será el convento.

Se constituye así la quinta fundación de Teresa de Jesús.

A lo largo del siglo XX se han llevado a cabo reformas de contención en el edificio pero, salvo estas mejoras, el convento se conserva practicamente igual que en el momento de la fundación.

Teresa de Jesús pasó largas temporadas en él y aprovechaba sus estancias para dedicarse a las tareas de la escritura.

En este convento acabó de escribir el libro de Las Fundaciones, completó partes de El Libro de la Vida y comenzó a desarrollar la obra Las Moradas.

En la actualidad el convento sigue estando ocupado por monjas carmelitas descalzas.