En el año 1591 fallece San Juán de la Cruz en el convento de carmelitas descalzos de Úbeda. El prior considera que sería importante que exisitiera en el pueblo otro de carmelitas descalzas para que la orden destaque en la población.

Le pide a su prima, Jerónima Enríquez de Carvajal que lo funde. En 1595 ya residen en unas casas de Jerónima las monjas junto con su priora Ana de la Encarnación, amiga y compañera de Santa Teresa y viven de la asignación que les ha proporcionado Jerónima Enríquez. Pero el intrusismo de la fundadora que les impedía cumplir con la clausura hace que rechacen la casa y la dote y se instalen en otro convento.

Así, en 1608 se instalan en el definitivo convento que comenzaría a reconstruirse y adecuarse en 1665 y se finalizaría en 1673.

El convento se levanta con la ayuda de diferentes damas del municipio: Josefa Manuel, mujer de Luis de la Cueva, y María de Molina, azafata de la mujer de Luis XIV de Francia que desde este país envía la ayuda. Cuenta con un claustro de doble galería y una iglesia que presenta novedades para la arquetictura de la orden ya que tiene planta de cruz latina.

El retablo central y los dos laterales fueron obra de Diego de Alarcón

Las monjas disfrutaban de una importante colección pictórica en la que destaca un retrato de San Juan de la Cruz pintado por Juan de las Miserias, aparte de esculturas, relicarios y ricos ornamentos religiosos.

En la actualidad las carmelitas descalzas siguen viviendo en el convento dedicandose a tareas de venta y elaboración de repostería y dulces.