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El Tesorero, es muy importante recordarlo, lo es del rey, no del reino. Por ello controla en principio los ingresos y gastos que corresponden a la Casa Real, mientras que los salarios y gastos de otros oficios e instituciones del reino se cubrían mediante rentas y censales consignados de forma fija. Ello no significa, sin embargo, que el tesorero no realizase multitud de pagos extraordinarios que transcienden los límites de lo doméstico, porque la separación entre lo público y lo privado no era nada nítida en las monarquías medievales. Los ingresos de la Tesorería procedían de los superávits de la gestión realizada por los oficiales reales que administraban rentas y tributos (procuradores, bailes...), de la parte que correspondía al rey sobre los ingresos de la Escribanía, y de las condenas pecuniarias impuestas por el Consejo Real. De estos ingresos se pagaban los salarios y asignaciones graciosas hechas por el rey a los oficiales de casa y corte, y todo el mantenimiento de la família real y la corte, los gastos derivados de las misiones diplomáticas y demás deberes de la Casa Real. De estas funciones, el Tesorero debía rendir cuentas semestralmente al Maestre Racional. Por ello le entregaba una copia de su libro ordinario abierto para cada semestre, en el que consignaba primero los ingresos recibidos y luego los gastos pagados cada mes. Cada uno de los asientos de más de 100 sueldos debía ir acompañado de su correspondiente "cautela" o documento justificativo del ingreso o pago. Los libros ordinarios comienzan en 1297 y llegan hasta 1703. Las reinas tenían su propio Tesorero, que gestionaba paralelamente al Tesorero del rey la rentas y gastos propios de la cámara de la reina. Los libros ordinarios del Tesorero de la reina comienzan en 1335 y alcanzan hasta 1433 de manera bastante continuada (se suma algun libro aislado hasta inicios del siglo XVI). Por su parte, los infantes primogénitos y sus esposas, al disponer también de rentas propias, tenían un oficial con funciones similares que se denominaba Despensero. Los libros contables de la Despensería de los infantes comienzan en 1313 y continúan hasta inicios del siglo XV, existiendo algún libro aislado de la seguna mitad de aquella centuria.