Alcance y Contenido:
Real Cédula a [Baltasar de Zúñiga], marqués de Valero, virrey de Nueva España, en relación con las cartas de Tomás Terán de los Ríos, presidente de la Audiencia de Guadalajara, de 2 de diciembre de 1717 y de 15 de abril de 1718, en las que informaba sobre las agravios y actos violentos cometidos por Tristán [Manuel] de Rivadeneira, oidor interino, de los que aún habiendo sido amonestado en privado, siguió haciendo gala de su desobediencia en reiterados desacatos y repetidas ausencias a los pueblos vecinos sin licencia, haciendo lo mismo por las tarden en el común y público de aquella ciudad en traje indecoroso, sin haber asistido muchas semanas al despacho de la Sala de Justicia, por cuyas razones y por estar amancebado con una mujer casada, haciéndolo público y notorio, llevándola a los pueblos y lugares sagrados y teniéndola atemorizada con sus desmedidas acciones, y aunque pudo haberlo remediado para satisfacer al público con el castigo, lo había excusado por conocer el genio díscolo y sedicioso de este ministro, pues éste, con su sagacidad podría ocasionar una grave consternación en aquella provincia, y solicitaba que se le despojase de su toga. Visto en el Consejo de Indias junto con lo escrito por Manuel Tristán de Rivadeneira en carta de 7 de abril de 1718, en la que manifestaba los achaques que había padecido en su salud y que con motivo de haber sido comisionado por el virrey duque de Linares, su antecesor, para recoger los títulos de militares que el presidente Tomás Terán de los Ríos había despachado contra la jurisdicción del virrey, en cuyos incidentes fueron comprendidos los oidores Antonio del Real y Quesada y Pedro Malo de Villavicencio, el presidente se mostró quejoso porque había ejecutado la orden con brevedad y esta queja la acreditó en la sentencia que dio contra un criado suyo, alcalde mayor de Tochimilco, por unos capítulos que le pusieron los indios y que junto con los referidos oidores, el obispo y su provisor le habían levantado varios testimonios y especialmente el de una muerte, logrando que testificasen los escribanos de la misma ciudad, por todo ello, le remite el rey los autos enviados por el presidente de Guadalajara y los de Tristan de Rivadeneira, ordenándole que nombre al ministro de esa Audiencia que considere más a propósito para que pase a la ciudad de Guadalajara con el fin de averiguar estos excesos, y mientras se hace esta pesquisa se destine al oidor a 40 ó 50 leguas de distancia de ella, suspendiéndole la mitad del salario de oidor, para que, una vez sustanciada la causa y puesta en estado de sentencia, se remita al Consejo de Indias.
Notas al margen: "fecho con duplicado"; "Corregido".