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Carta del Cabildo eclesiástico de Manila: Miguel Ortiz de Covarrubias, deán, Francisco de León, arcediano, Nicolás Cordero, chantre, Francisco Pizarro de Orellana, maestrescuela, Jerónimo de Herrera, tesorero, y José de Soto y Sandoval y Luis Navarro, canónigos, sobre que se cumplan las mercedes concedidas a esa iglesia y se paguen puntualmente los estipendios de sus prebendados; que para excusar disturbios dieron posesión de la media ración de esa catedral a Francisco Deza, a pesar de haber sido de la Compañía de Jesús, pero cuando entró a servirla empezó a perturbar la paz del cabildo moviendo diferentes pleitos, por lo cual suplican que los expulsos no sean admitidos a las prebendas. Informan de que la Audiencia amparó a los estudiantes para que no asistiesen al servicio de la iglesia, siendo costumbre hacerlo. Avisan de la muerte del obispo de Nueva Cáceres Baltasar de Herrera, con lo que aquellas islas quedaban sin ningún prelado.