Reina de Navarra; condesa de Evreux, Angulema, Mortain y Longueville. Hija de Luis X, rey de Francia, y Margarita de Borgoña. A la muerte de su padre quedó bajo la protección del duque de Borgoña, Eudes IV. Apartada del trono francés por su tío Felipe V de Francia y II de Navarra. A la muerte de su otro tío, Carlos IV de Francia y I de Navarra fue nuevamente relegada como heredera del trono de San Luis en virtud de la ley sálica; no obstante, sí que se le reconocieron los derechos al trono navarro. Por ello la curia general de Pamplona, con la representación de todos los estamentos, juraron fidelidad a Juana y a su marido, Felipe de Evreux, con quien se había casado en 1318. El juramento tuvo lugar el 11 de mayo de 1328 y la coronación, un año después. Felipe de Evreux, como Felipe III de Navarra, tomó parte activa en el gobierno del reino relegando a Juana a un papel secundario. No obstante, en su condición de señora natural acompañó a su marido en sus viajes por el solar navarro y mantuvo el papel institucional pertinente para preservar la legitimidad de Felipe. A la muerte de éste, y con sus hijos en la menor edad, Juana asumió el gobierno efectivo tanto en Navarra como en sus feudos franceses. Su labor no fue sencilla, sobre todo en lo relativo al equilibrio con la nueva dinastía reinante en Francia, los Valois.

Juana II, que falleció a consecuencia de la peste en Conflans, fue sucedida en el trono navarro por Carlos II. Además de él, tuvo una abultada descendencia con la que pudo llevar a cabo una interesante política dinástica y matrimonial. Su hijo Felipe la sucedió en el condado de Longueville, mientras que su hija María casó con Pedro IV de Aragón y Blanca, con Felipe VI de Valois.