Rey de Francia y de Navarra. Hijo segundo de Felipe IV de Francia y Juana I de Navarra. Tras la muerte de su hermano, Luis I, asumió la regencia del reino a la espera del nacimiento del heredero. No obstante, la prematura muerte de Juan I y la exclusión de la descendencia femenina representada por su sobrina Juana, le convirtieron en rey de Francia y Navarra, aunque no sin oposición. Fue el duque de Borgoña, tutor de Juana, quien encabezó la oposición más firme a Felipe aunque finalmente se logró un acuerdo por el que se renunció, en nombre de Juana, a los títulos vinculados a los reinos de Francia y de Navarra, así como al condado de Champaña. También fue conflictiva su jura como rey de Navarra ya que Felipe no viajó hasta Pamplona para ser ratificado en la iglesia de Santa María; gracias a las gestiones del obispo de Pamplona, Arnaldo de Barbazán, un cortejo de prelados, barones y buenas villas hizo el viaje a París para recibir el juramento del nuevo soberano en 1319. Por lo que respecta a su labor política en el reino de Navarra destaca la continuidad de la labor de su padre en relación a los estatutos del Parlamento y de la Cámara de comptos, así como el convenio alcanzado con la iglesia de Pamplona que hizo renuncia de la jurisdicción y dominio temporal sobre la ciudad a cambio de una renta anual de 500 libras y varias parroquias. Contrajo matrimonio en 1307 con Juana de Borgoña con quien tuvo varios hijos, aunque solo le sobrevivieron cuatro hijas.