Antonio Marsá Bragado fue un doctor en Derecho y político republicano español.

Estudió en Madrid y Barcelona, en un ambiente progresista y liberal marcado por el republicanismo, el laicismo y la renovación pedagógica. Se doctoró en Derecho en la Universidad Central de Madrid y entre sus profesores se contaban nombres como Gumersindo de Azcárate o Francisco Giner de los Ríos. Influido por su pensamiento, comenzó su vida política militando en las filas del federalismo con Pi y Margall, para pasar después a la Unión Republicana, que dirigió Nicolás Salmerón desde 1903. En 1905 era Concejal del Ayuntamiento de Barcelona, encargado del área de Sanidad. Tras pasar por el Partido Republicano Catalán, en cuya fundación colaboró junto a Francesc Layret, Marcelino Domingo y Luis Companys, se unió al Partido Radical de Lerroux.

Se casó con Josefa Vancells Carreras en 1902 y tuvieron varios hijos llegando a la edad adulta: Graco, Oritia, Marco, Plutarco, Marina y Licinio.

Desde septiembre de 1933, con el primer gobierno de Lerroux, desempeñó el cargo de Fiscal General de la República. En estos años también ocupó varios cargos en el seno del Partido Radical, perteneciendo a su Comisión Ejecutiva. Después, en 1934 y ya con el Gobierno Samper, fue nombrado miembro permanente del Consejo de Estado. Tras la sublevación militar de Franco de julio de 1936 fue destituido del cargo.

Durante la guerra estuvo escondido en Bacelona junto a otros miembros de su familia hasta enero de 1939. De vuelta en Madrid, ya finalizada la contienda, fue encausado por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo y desterrado a Pamplona por tres años. Su hijo Graco también fue condenado a 20 años de cárcel por socialista y masón, y enfermo de tuberculosis murió en 1946. Marco, su segundo hijo, que era funcionario, fue depurado y separado del cuerpo. Años después, su hijo Plutarco, fue expulsado de su plaza de profesor en la Universidad Laboral de Córdoba por desafección al régimen.

El devenir de los acontecimientos y su contacto con franciscanos durante el destierro en Pamplona cambiaron su mentalidad en cuanto a la religiosidad, alejándose del laicismo inicial y reconciliándose con la Iglesia católica. Falleció en Madrid en octubre de 1965.