Anarquista y escritor, exiliado español. Vivió su infancia en Urnieta y con diecinueve años comenzó a militar en la CNT. En este periodo fundó una compañía de teatro aficionado y en la época de la Segunda República participó en la constitución de las Juventudes Libertarias, organización de la que llegó a ser su secretario. En 1932 ingresó en prisión a raíz de su actividad política. Tras su puesta en libertad tres años después, fue cofundador del periódico Crisol, además de trabajar como colaborador en la Revista Blanca. Con el estallido del golpe de estado se unió a los grupos de autodefensa y participó en la toma de los cuarteles de Loiola y en diversos puntos del frente: Peñas de Aia, monte San Marcial de Irún o la defensa de Irún. Ocupó el puesto de secretario de la CNT e integró la Junta de Defensa de Guipuzkoa. Tras la llegada de las tropas golpistas a Donostia en septiembre de 1936, se trasladó a Durango y en octubre de 1936 fue nombrado en Bilbao responsable de propaganda de la CNT del Norte. De esta manera colaboró en la creación del diario también llamado CNT del Norte y de la revista Horizontes. Defendió sin éxito la integración de los anarquistas en el gobierno vasco y con la derrota en el País Vasco y del frente norte, se desplazó a Barcelona, donde continuó ejerciendo cargos de responsabilidad y escribiendo en diferentes obras colectivas. Tras la toma de Catalunya cruzó la frontera hasta Francia junto a su pareja María. Fue internado en diversos campos de concentración, de los que logró huir al menos en tres ocasiones. Con la segunda guerra mundial se unió a la Resistencia francesa hasta 1944, que se trasladó a Biarritz. Con el fin de dicho conflicto bélico, colaboró en la reorganización de la CNT y se unió al Consejo Consultivo Vasco, que contaba con el Gobierno Vasco como promotor. A partir de 1949 se asentó en París y comenzó a estudiar en la Universidad de La Sorbona. Tras ello ejerció como docente de lengua, además de continuar con su labor como escritor y llegar a ser finalista del Premio Nadal gracias a su novela Las incertidumbres del doctor H. En los años posteriores escribió una gran cantidad de obras donde relataba sus experiencias en la guerra civil, aunque, a pesar de que mantuvo su militancia hasta su muerte y, por ejemplo en los años sesenta se le pidió ayuda para reorganizar los grupos de Guipúzcoa y Álava, su actividad política se fue reduciendo progresivamente. Finalmente se asentó junto a su pareja en Biarritz, hasta que sufrió un accidente de tráfico que acabó con su vida. Fue uno de las figuras más representativas del movimiento libertario vasco.