Escritor, dramaturgo y periodista, exiliado español.

Escribió con la firma Juan González Olmedilla y Juan G. Olmedilla. Su padre fue Juan González y su madre María Pastora Olmedilla. Cursó sus estudios primeramente en el Instituto Técnico de Sevilla y a continuación en las Facultades de Filosofía y Letras de la Universidad de Sevilla y en la Universidad Central de Madrid. En Sevilla cofundó la revista Andalucía. Sus primeros libros de poesías son de carácter modernista: Empezando a vivir. Mis primeros versos y Poemas de Andalucía. Junto a estos trabajos escribió también La llave de oro, donde recogió diversas poesías sobre la copla y el flamenco y que contaba con un prólogo/antífona de Manuel Machado. Coordinó el libro La ofrenda de España a Rubén Darío, elaborado tras la muerte del poeta nicaragüense y en el que se reunió versos inéditos del escritor y textos de Miguel de Unamuno, Rafael Lasso de la Vega, Mauricio Bacarisse, Manuel y Antonio Machado, Enrique Díez-Canedo o Rafael Cansinos Assens. Frecuentó la vida bohemia y pasó del modernismo a la vanguardia ultraísta. Estrechó vínculos con el movimiento Ultra y de esta forma colaboró en revistas asociadas a dicho grupo, como Gran Guiñol, Los Quijotes, Cervantes o Grecia. Una vez estableció su residencia en Madrid pasó a trabajar en la redacción de El Heraldo de Madrid, donde llegó a ser director de información política desde 1934. También formó parte de la Asociación de Prensa y desde 1914 y hasta 1920, integró la secretaría de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid. Trabajó como colaborador de diferentes publicaciones como: Nuevo Día, Blanco y Negro, La Tribuna, Fígaro, El Liberal, Excélsior. Contrajo matrimonio primeramente con Rosario Berenguer y después con la actriz Pomés Manera. Del primer matrimonio nació Juan Francisco y del segundo María del Carmen, María de la Soledad y Juan José. Fue traductor y escritor de diversas obras de teatro, adaptaciones y narraciones. Entre estas últimas destacan: La sabrosa manzana amarga. Confesiones de una muchacha demasiado culta; ¡Buena mano derecha!; Historia de vírgenes: (novela); Un inmoral; Koran de amor: novela; El perfume de la mujer culpable: novela; La última querida; Trenes de amor y de olvido. En todas ellas firmaba bajo el seudónimo de Marcela Aranda. De sus obras teatrales prevalecieron: La vida loca: comedia en tres actos y en prosa; El crimen de Juan Anderson: melodrama norteamericano en tres actos, divididos en nueve cuadros o Como los propios ángeles: comedia popular madrileña en tres actos, en prosa. Entre sus traducciones, las más importantes fueron: El rey Galaor: poema dramático, de Eugénio de Castro; Oaristos: Horas; La iglesia y el amor de Max Radetzki o la obra escrita por Giovanni Bocaccio, EL jardinero mudo, las ocho hermanas y la madre: un cuento de Bocaccio, vestido y desnudado en lengua española, por su tocayo Juan G. Olmedilla. Desde el ámbito político, defendió la República y apoyó a Manuel Azaña. Cofundó las Milicias de la Prensa, organización cuyos periodistas desempeñaron un considerable papel en la toma del Cuartel de la Montaña en Madrid. Fue corresponsal en el frente de Andalucía para El Heraldo de Madrid. Realizó diversos artículos sobre el general Miaja, que posteriormente recopiló para conformar la obra biográfica Miaja. En noviembre de 1936 se trasladó hasta Francia y al poco tiempo se exilió junto a su familia a Buenos Aires, donde se asentó de manera definitiva. A partir de 1937 dirigió la Compañía de Arte Español y con esta elaboró seriales radiofónicos para Radio Prieto de Buenos Aires. Trabajó también en el diario Crítica como redactor desde 1938 hasta 1955. Continuó además con sus traducciones y adaptaciones y escribió como colaborador en periódicos y publicaciones argentinas como Caras y Caretas, Crónica, ¡Aquí está!, o Leoplán. Desde 1956 y hasta 1958 se dedicó a la docencia de español en la Escuela de Periodismo de Buenos Aires. El gobierno de Francia le otorgó la medalla de Officier d'Académie y el título de Homme de Letres.