Canónigo y teólogo español.

Nació en Sevilla en 1916 en el seno de una familia profundamente católica. Era sobrino del obsipo Manuel González (1877-1940), canonizado en 1916. Ingresó en el seminario de Málaga en 1929, pero dos años más tarde tuvo que refugiarse en Palencia huyendo de la violencia anticlerical desatada en mayor del 31. En 1937 fue enviado a Roma al Pontificio Colegio Español de San José, doctorándose en Teología por la Universidad Gregoriana. Más tarde, en 1953, obtendrá el doctorado en Ciencias Bíblicas en el Pontificio Instituto Bíblico.

En agosto de 1939 fue ordenado sacerdote por su tío en Palencia y regresó a Sevilla, donde sirvió en algunas parroquias de la diócesis, como profesor de griego en el seminario y como oficial de secretaría en el arzobispado. En 1948 obtuvo una plaza de canónigo lectoral en la catedral de Málaga y comenzó a impartir clases de hebreo, inglés y Sagrada Escritura en el seminario malagueño. Sus métodos de enseñanza, así como el contenido de sus homilías le llevaron a enfrentarse con su obispo, Ángel Herrera Oria, por lo que tuvo que abandonar temporalmente la diócesis e instalarse en Madrid.

Sus ideas sobre el necesario diálogo entre el mundo y la Iglesia o las relaciones entre el marxismo y el cristianismo le trajeron no pocos problemas. A pesar de haber sido excluido como teólogo consultor del Concilio Vaticano II, fue uno de los teólogos españoles cuyo pensamiento más influyó en los documentos conciliares, en especial en La constitución Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual.

En 1968 fue juzgado por el Tribunal de Orden Público debido al artículo "El cristianismo y la Revolución", publicado en el Boletín de la Hermandad de Obreros de Acción Católica en febrero de ese año, resultando absuelto del delito de publicación de información peligrosa que se le imputaba.

Cuando poco después se reincorporó a su diócesis de Málaga, sus homilías siguieron causando escándalo, como aquella pronunciada en octubre de 1974 tras un atentado del grupo terrorista ETA en la que condenaba todo tipo de violencia, incluida la llevada a cabo por las fuerzas del orden público, y por la que fue conducido a comisaría y multado por el Gobierno Civil.

Considerado una autoridad en el campo de la exégesis bíblica, sus obras más relevantes en este sentido son las dedicadas a Pablo de Tarso: Epístola de San Pablo a los gálatas (1964), San Pablo al día (1956) o La cruz en Pablo: su eclipse histórico (2000); sin olvidar la versión ecuménica del Nuevo Testamento coordinada por Serafín de Ausejo y publicada por Herder (1968) o la edición de la llamada Biblia del oso, publicada por Alfaguara (1987). Respecto a sus obras sobre el cristianismo, la Iglesia y el mundo actual, destacan Marxismo y cristianismo frente al hombre nuevo (1962), El cristianismo no es humanismo (1966), Pobreza evangélica y promoción humana (1966), Creer es comprometerse (Madrid 1967), Dios está en la base (1970), La Iglesia que Jesús no quiso (1972), Creer a pesar de todo (Madrid 1973) o La Iglesia a la intemperie: reflexiones postmodernas sobre la Iglesia (1986).

Escribió además numerosos artículos en publicaciones periódicas, destacando por su número y temática las publicadas en El Ciervo: revista mensual de pensamiento y cultura y en El País.

En 1996 fue galardonado con la Medalla de Andalucía por su papel en la defensa de la paz, la libertad y la justicia social.

Falleció en Málaga en 2005.