El Convento de Nuestra Señora de la Victoria de Vera (Almería) fue establecido por mandato real de Felipe III el 23 de agosto de 1605. Durante los últimos meses de 1605, y al principio del año siguiente, los mínimos inician su andadura en Vera. Obteniendo varias viviendas gracias a las rentas cedidas, y fueron convertidas y adaptadas como celdas y otras instalaciones religiosas propias de un convento. Las casas se encontraban agrupadas en torno a la ermita de San Cleofás, patrono de Vera.

El convento se estableció en un lugar muy importante desde el punto de vista estratégico, ya que en plena contrarreforma la labor pastoral de los mínimos en un lugar permanentemente azotado por los piratas berberiscos y turcos era vital para el control vecinal, que tenía contacto habitual con musulmanes, a través de sus predicaciones. Su influencia en la sociedad de Vera fue muy importante y se convirtieron en un elemento central en la ciudad, sobre todo por su relación con las clases altas, que financiaron múltiples reformas y fundaciones de nuevas iglesias y capillas en el convento.

Tras estas importantes reformas, comenzó su declive. Los franceses quemaron la biblioteca durante la Guerra de Independencia, un conflicto que reclutó a los religiosos más jóvenes del convento, y que dejó al cenobio con el corrector y 6 o 7 presbíteros, que no podían subsistir de forma autónoma. En esa situación decadente, llegaron los procesos desamortizadores, que finalmente provocaron su cierre en 1835, y la posterior subasta del convento y de su patrimonio pictórico.