Fue el segundo convento de franciscanas clarisas erigido en la localidad. Se fundó en 1578 por bula del papa Gregorio XIII fechada en 1577, a instancias de Leonor e Isabel de la Tuvilla y Angulo. Ambas contaban con una posición social elevada, pues eran hijas de personalidades destacadas de la localidad, y, una vez fundado el convento, entraron en él a profesar como religiosas.

El cenobio se creó a partir de un beaterio y fue erigido en el mismo lugar en que se ubicaban las casas que habitaba la primitiva comunidad de beatas.

Este convento llevó una vida relativamente próspera durante siglos, superando etapas conflictivas en su historia. Se vio afectado por la Primera Guerra Carlista, según indica Pascual Madoz en su "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar". Padeció las consecuencias de la desamortización, siendo subastados sus bienes posteriormente. Y ya en el siglo XX logró sobrevivir a las vicisitudes de la Guerra Civil Española.

Este cenobio estuvo en funcionamiento hasta 1996, año en que se transformó para su uso como dependencias parroquiales de San Pedro Apóstol, trasladándose las religiosas que lo habitaban al convento de la Encarnación de Alcaudete.

Actualmente se encuentra en mal estado de conservación, amenazando ruina en algunas de sus estancias.

Lo único que se conoce acerca de este convento se debe al testimonio de las religiosas que lo habitaron y conocieron antes de la Guerra Civil Española. Su iglesia repetía el esquema de la de Jesús de Roma, con un triple coro, y se caracterizaba por su estilo sobrio y sencillo. En su interior destacaba el altar mayor, mientras que el resto del templo apenas presentaba ornamentación.

El edificio poseía un amplio patio de acceso a la iglesia y la clausura, y su puerta de acceso estaba conformada por un arco de medio punto que, al igual que el interior del templo mostraba un estilo sobrio y sencillo.