Era la menor de los cuatro hijos del matrimonio civil formado por el abogado pacense [Alfredo Rubén] Rubén Landa Coronado (1849-1923) y la portuguesa María Jacinta Toscano Vaz (1865-1930). Nació en Badajoz el 24 de junio de 1904 y fue inscrita en el Registro Civil como Matilde María Carolina Landa Vaz. Su padre fue un destacado abogado, periodista y político republicano de Badajoz, miembro del Partido Reformista. Su madre, natural de Portel (Évora, Portugal) era hija de Damião Salvador Vaz, un médico de origen brahmán, natural de Aldoná (Bardez, Goa, India), en la entonces colonia portuguesa de Goa, formado en la Facultad de la Universidad de Coimbra y radicado en la villa alentejana, donde contrajo matrimonio con Benedicta das Dores Limpo Toscano. Las biografías de Matilde Landa y sus hermanos estarán influidas por las ideas republicanas y liberales tanto de la familia paterna como de la materna. Su padre, Ruben Landa Coronado, era hijo de Matilde Coronado, hermana de la escritora romántica Carolina Coronado y pariente de la madre de Ramón Gómez de la Serna. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, donde entabló amistad con Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío, entre otros, llegando a formar parte del primer grupo de accionistas del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. La amistad con don Francisco y la posterior relación en Francia con Nicolás Salmerón y sus partidarios fundamentarán la importante vinculación de sus hijos Aida, Rubén, Jacinta y Matilde Landa Vaz con la ILE. Tras realizar sus primeros estudios en Badajoz, Matilde Landa pasará una temporada en A Coruña con su hermana Jacinta y su cuñado, el galleguista Juan Vicente Viqueira, sobrino de Cossío y catedrático del Instituto de la ciudad, matriculándose en la Escuela Profesional de Comercio donde tenía fama la enseñanza de las Matemáticas, asignatura de su predilección. De vuelta a Badajoz se matriculó como alumna libre en el Instituto de la ciudad y aprobó el bachillerato. A finales de 1923, fallecido su padre y con el título de bachiller en sus manos, Matilde se trasladó a Madrid, acompañada de su madre, con el fin de emprender estudios universitarios y se alojó en la Residencia de Señoritas, donde las jóvenes extremeñas constituían un núcleo relativamente numeroso. Poco después de comenzar el curso se le detectó una lesión pulmonar y tuvo que abandonar los estudios y trasladarse al cuidado de su hermano Rubén, primero a Salamanca y después a Segovia, ciudades donde Rubén estuvo destinado como catedrático de Filosofía de sus respectivos institutos. Hacia 1929 Matilde volvió a Madrid, donde residió con su madre, reinició sus estudios universitarios y consiguió concluir Ciencias Naturales. El paso por la universidad consolidó su compromiso con las ideas progresistas y republicanas. En 1930 se casó con Francisco López Ganivet, sobrino del escritor Ángel Ganivet. Fruto de ese matrimonio tuvo dos hijas, Carmen y Jacinta, dos años menor que Carmen y fallecida a los pocos meses de nacer. Terminados sus estudios trabajó en un laboratorio y, según su propia declaración ante la policía, con el doctor Gonzalo Rodríguez Lafora, un prestigioso neurólogo, discípulo de Ramón y Cajal, en los años 1935 y 1936, con el que trabajaba su sobrino Florencio Villa Landa. Con la llegada de la República Matilde optó por involucrarse en el proceso de cambios del país y tras el fracaso del movimiento revolucionario de octubre de 1934 se afilió al Socorro Rojo Internacional. A comienzos de 1936 lo haría al Partido Comunista de España. Tras el golpe militar de 1936, se enroló en el batallón femenino del Quinto Regimiento. Al disolverse éste, fue nombrada responsable de Hospitales y Colonias infantiles del SRI. También trabajará en el sector sanitario de la República con, entre otras, la fotógrafa Tina Modotti, las enfermeras Mary Bingham, norteamericana, y la hispano-cubana María Luisa Lafita, y con Nieves Cruz Arnaiz, secretaria y compañera de quien después sería el descubridor de la vacuna de la disentería, el Dr. Juan Planelles Ripoll, en el Hospital Obrero de Maudes, en el barrio madrileño de Cuatro Caminos. Después lo haría en el Socorro Rojo y también en la Sección de Información Popular de la Subsecretaria de Propaganda del Ministerio de Estado, que dirigirían como Directores Generales, sucesivamente, el periodista Federico Melchor Fernández y el arquitecto Manuel Sánchez Arcas, ambos comunistas, a las órdenes del geógrafo salmantino Leonardo Martín Echeverría y del propio Manuel Sánchez Arcas, Subsecretarios de Propaganda, desde donde Matilde organizará conferencias populares para subir la moral de los combatientes y establecerá pequeños centros culturales. Un episodio de la Guerra Civil que conmovería especialmente a Matilde Landa sería su participación en la masacre de la denominada Carretera de la Muerte, el 8 febrero de 1938, el que seguramente fue el hecho más vergonzante de la Guerra Civil, más que las matanzas de Badajoz y más que el bombardeo de Guernica. Matilde, Tina Modotti y el veterano minero asturiano Benito Bravo, el mismo cuyo vil asesinato a manos de un cabo de la Guardia Civil en presencia de su pequeño Isidro en el Campo de Los Almendros describiría Max Aub, fueron enviados a Almería por el Socorro Rojo Internacional para asistir a los evacuados de la entonces asediada capital malagueña. Allí, en medio de la barbarie de los bombardeos, se encontraron con el doctor Norman Bethune y sus ayudantes Hazen Sise y Thomas Worsley, quienes, a su vez, se había desplazado expresamente desde Valencia con su unidad de transfusión de sangre, para socorrer a las víctimas civiles de los bombardeos aéreos y marítimos, especialmente las decenas de miles de mujeres, niños y enfermos que huían de Málaga y de otras poblaciones próximas hacia Almería desde la noche del 7 de febrero. Además de colaborar con el médico canadiense en el traslado de los enfermos más graves, en medio del caos, Matilde y Tina y Benito Bravo trataron de organizar mínimamente el transporte de la inmensa hilera humana que se desplazaba por la carretera que unía Málaga a Almería, ciudad donde se encargarían de la acogida de los evacuados, abasteciéndoles de alimentos, ropas y medicamentos. Como responsable de la evacuación de niños, en 1938 evacuó al cuidado de su hermano Ruben a su hija Carmen a la Unión Soviética, primero a Kaluga, donde trabajaba su sobrina Luisa Viqueira Landa, y después a Moscú, a la Casa Infantil de niños españoles número 7 de la calle Bolshaya Pirogóvskaya, donde trabajaba como maestra su cuñada Josefa López Ganivet. Previamente había nombrado tutores de la niña a sus hermanos Rubén y Jacinta Landa. Por esas fechas, Miguel Hernández le dedicará el poema "A Matilde". A principios de 1939, con Madrid ya bajo control de las tropas franquistas, Matilde Landa fue designada para reorganizar el Comité Provincial del PCE en Madrid. Al poco tiempo es detenida y tras seis meses incomunicada en la Dirección General de Seguridad, en septiembre de 1939 fue conducida a la prisión de Ventas, siendo condenada a muerte. En la cárcel de Ventas con la autorización reticente de su directora, una antigua compañera de Matilde en la Residencia de Señoritas, la teresiana Carmen Castro Cardús, emprende una frenética actividad en defensa de las condenadas a muerte. Desde una pequeña celda, conocida entre las penadas como "la oficina", redactará instancias y peticiones de indulto, con el objetivo de salvar de la muerte a sus compañeras de cárcel. Las gestiones realizadas por su hermana Aida, con la ayuda del filósofo Manuel García Morente y de otros amigos de la familia, lograrían que se le conmutase la máxima pena por la de 30 años de privación de libertad, siendo trasladada a la prisión de mujeres de Can Sales, en Palma de Mallorca, desde donde pudo mantener alguna correspondencia con su hija Carmen, con sus hermanos, Rubén y Jacinta, y con el compañero de ésta, Casimiro Mahou Olmeda, exiliados en México; país donde también terminaría exiliado Julio Alejandro Castro Cardús, uno de los hermanos de Carmen Castro. En la prisión mallorquina estará recluida desde su ingreso el 2 de agosto de 1940 hasta el 26 de septiembre de 1942, fecha en la que se arrojaría desde la galería de la prisión, muriendo prácticamente en el acto, momentos antes de un acto propagandístico organizado por las Hijas de la Caridad de San Vicente Paul que gestionaban la prisión con presidencia del Obispo de la diócesis y del Gobernador civil, en el que pretendían que Matilde Landa Vaz adjurase del comunismo y aceptase el bautismo.