El Convento de San Agustín de Sevilla fue fundado por el rey Fernando III de Castilla en 1248 después de reconquistar la ciudad a los musulmanes, de manera que este convento se adelantó a la propia unión general de la Orden de San Agustín en 1256. En 1291, el convento se trasladó de las afueras a la Puerta de Carmona. Los Arias Yáñez de Carranza fueron los primeros patronos del convento, sucedidos más adelante por los Duques de Arcos. Ambos linajes erigieron capillas y mausoleos y dotaron al convento de suntuosos edificios y obras artísticas valiosas. En el convento también se veneraba una imagen del Cristo de San Agustín a la que se atribuían varios milagros.

El convento siempre contó con un gran número de frailes, que osciló entre los 50 y los 35. Disponía de una casa de noviciado y de estudios de matemáticas, filosofía, teología, geografía e historia eclesiástica. De la enseñanza se encargaban cuatro maestros, un regente de estudios, dos lectores de teología y uno de filosofía.

El terremoto de Lisboa de 1755 produjo daños en la iglesia y durante la Guerra de la Independencia el convento tuvo que ser abandonado. En 1814, terminada la guerra, los frailes pudieron ocuparlo de nuevo y se restauraron los edificios a expensas del doctor Lorenzo Delgado y del Duque de Arcos. El convento fue abandonado definitivamente el 30 de septiembre de 1835, en aplicación del Real Decreto de 25 de julio de 1835 suprimiendo los monasterios y conventos de religiosos con menos de 12 individuos profesos, a pesar de que el convento poseía el número de frailes necesario para subsistir. Los edificios han desaparecido casi por completo.