En Alcazar de San Juan existía un convento de Santa Clara fundado en 1546. Debido al gran número de vocaciones que recibía, una vecina del municipio, María Díaz de Pedroche, al quedar viuda y sin descendencia, decide hacer una donación fundando una nueva casa que acompañase a Santa Clara.

En el año 1600 había en este convento más de ochenta y cinco religiosas por lo que el nuevo convento de San José, fundado en 1601, supuso un enorme desahogo para la orden.

La fundadora puso como condiciones que ella misma pudiera residir en el convento hasta su muerte, que las monjas que ingresaran procedieran de Santa Clara y que no hubiera un grupo superior a treinta y cinco.

Las monjas clarisas ocuparon el convento hasta el siglo XIX. Durante la revolucion de 1868 y la aplicación ese mismo año de nuevas medidas de exclaustración obligaron a la comunidad a abandonar la casa.

El edificio sería usado como cárcel para, años después, convertirse en la sede del Museo de Cerámica Machega, FORMMA.