El germen del convento de San Mateo se situa en la cesión de diversas propiedades en la villa de Burriana, rústicas y urbanas, que el rey Jaime I concede a los mercedarios tras la conquista de la ciudad en 1233. En estos terrenos construyen la ermita de San Mateo, en la segunda mitad del Siglo XV, fuera de los muros de la villa, que ya aparece citada en la "Crónica de Valencia y su reino" de Rafael Martí de Viciana de 1564.

En 1594 el Capítulo Provincial de la Orden de la Merced acepta la cesión definitiva de la ermita y comienza la construcción de un convento adosado a la ermita, con Fray Gabriel Ripollés Simó como hermano lego, conocido como el beato Ripollés. El edificio se contruye con galerías claustrales a dos niveles y apertura al exterior de las distintas dependencias, siguiendo el modelo de la Casa Madre del Puig.

En 1062 el convento de San Mateo de Burriana alberga la Escuela Pública de Gramática latina, que permanecerá abierta hasta el siglo XIX. Las obras en el convento duraron más de un siglo, hasta 1727, y una década más tarde, en el Capítulo General de la Orden, se acuerda crear también un Colegio de Misioneros Mercedarios.

En el primer tercio del siglo XVIII se decide derribar la antigua ermita y levantar un nuevo templo más amplio. De estilo neoclásico y de planta rectangular, conformada por tres naves y un crucero, se inaugura en 1808, según consta en la placa conmemorativa que había en el claustro del convento.

En 1812 los mercedarios fueron desalojados por las tropas francesas que usaron el convento como cuartel de las tropas del Mariscal Conde Suchet. Años más tarde, los frailes volvieron temporalmente al convento hasta que, en 1836, el decreto de Desamortización provoca que los Mercedarios abandonen definitivamente Burriana. En 1842 la Junta Superior de Venta de Bienes nacionales cedió gratuitamente al Ayuntamiento el suprimido Convento de la Merced para que se destinara a funciones de utilidad pública. Actualmente el espacio alberga el Centro Cultural La Mercé.