El Convento de San Nicolás de Tolentino fue fundado el 26 de agosto de 1626, cuando los agustinos recoletos

tomaron posesión de la ermita de San Pedro. Posteriormente, se trasladaron a otra ubicación cercana. El Conde de Luque, Salvador Egas Venegas, asumió el patronato del convento y lo puso bajo la advocación de San Nicolás de Tolentino debido a la devoción que tenía por este santo.

Los frailes vivían en pequeñas celdas desprovistas de adornos y comodidades (aunque el rigor inicial se fue relajando posteriormente) y se dedicaban a la oración, el trabajo y la predicación en Cabra, Espejo, Zuheros, Montoro, Adamuz y Baena. El convento se convirtió en una de las sedes de estudios filosóficos de la orden en Andalucía. Los frailes también practicaban el canto gregoriano y la música. Originalmente, debido a su voto de pobreza, los frailes no disponían de bienes raíces y vivían de la limosna, pero con el tiempo fue imposible vivir sólo de eso y se admitió la posesión de bienes y rentas en común e incluso la propiedad privada. El convento se acabó convirtiendo en uno de los mayores propietarios de tierras de Luque, con ingresos líquidos anuales de más de 10.000 reales.

La Guerra de la Independencia mermó considerablamente el patrimonio y el personal del convento. De haber contado con un máximo de 35 frailes, después de la guerra sólo disponía de una quincena. Finalmente, el convento fue abandonado en 1835 debido al Real Decreto de 11 de octubre de ese año suprimiendo todos los monasterios y conventos. La iglesia permaneció abierta al culto y se ha restaurado en la actualidad.