El Convento de San Pedro de Salvatierra/Agurain, en la provincia de Álava, se localiza junto a las murallas de la ciudad. Este cenobio, tiene su origen en el beaterio de San Pedro. Se fundó por la disposición en testamento de Doña Juana García Ibáñez de Baquedano, en otras fuentes nombrada como Juana García de Lekedana, en el año 1446.

Estas primeras religiosas se acogían bajo la Regla de Santa Isabel. Pasaron a profesar bajo la Orden de Santa Clara, el 29 de junio1611.

En origen el beaterio ocupó las ermitas de Nuestra Señora de Arana y de Nuestra Señora de Ula. Después pasaron a una casa de la Villa, pero tuvieron que ser recogidas en la ermita de San Martín ya que un incendio en 1564, acabó con sus posesiones.

En 1611 se trajeron dos madres de Santa Clara de Vitoria y se ubicaron en el solar que, en principio iba a ser convento de Franciscanos descalzos. Poco después pidieron permiso al consistorio para ampliar el convento, que les fue concedido, ocupando el espacio actual, que va desde la Puerta de las Carnicerías hasta San Juan.

En 1679 se inicia la construcción de la Iglesia del convento y se finaliza en 1685. Aunque fue destruida por un incendio en 1764, se vuelve a reconstruir. Debido a las distintas contribuciones del consistorio con las religiosas, este, se convierte en patrono de la Institución, como indican los escudos de la localidad sobre la portada del Convento.

Como se ha dicho, el convento creció y no sólo ocupó toda la calle Carnicerías con sus instalaciones, sino que contaba frente al edificio con un Hospicio, que hacia las veces de casa del Vicario.

Durante el S.XIX las religiosas tienen que desalojar el edificio pues es ocupado por el ejército durante la Guerra de Independencia, pues los franceses ocuparon la población durante 6 años. Las religiosas regresarían con posterioridad.

En la primera mitad del siglo XIX, la institución contaba con 12 religiosas y un sacerdote.

Su actividad prosigue y en 1997 han fundado un convento en Los ríos en Ecuador, donde profesan, actualmente, 22 religiosas.

Desde hace 400 años, las religiosas de este convento se han dedicado a la elaboración de dulces.