En el año 1160 los condes de Lara, Nuño Pérez de Lara y Teresa Fernández Tovar, fundan un monasterio en Perales, pueblo palentino, bajo la advocación de Santa María de la Consolación. La casa fue ocupada por algunas religiosas llegadas desde el monasterio navarro de Tudelas. Poco después, en 1198, se afiliarán al Monasterio de Santa María de las Huelgas de Burgos.

Llegado el último cuarto del siglo XVI la comunidad de monjas decide trasladarse a otra casa por encontrarse la suya en mal estado además de por estar ubicada en una zona que se había vuelto peligrosa.

Aprovechando el traslado, que se haría a la ciudad de Valladolid, la abadesa de la comunidad, Catalina de la Trinidad, propone una reforma de las normas y obediencia que se hacía de la regla. Esta reforma, denominada Recolección, que implica una obediencia mas esctricta, será aceptada por las religiosas no solo del nuevo convento de Valladolid sino por otras casas de la orden repartidas por toda la península.

De este modo, en 1595 las monjas recoletas llegan a su nueva residencia en Valladolid. Han permanecido durante unos meses en unas casas particulares propiedad de Antonio de Salazar y Francisca de Aguilar, hasta que pueden instalarse a finales de año en el nuevo convento que nace bajo la advocación de San Joaquín y Santa Ana.

El rey Felipe II les hace llegar un escrito autorizando el traslado desde Perales a la nueva fundación del mismo modo que intercede ante el Papa Clemente VIII para que diera conformidad a la renovación de la orden que esta comunidad se ha propuesto llevar a cabo.

Durante los años siguientes la influencia de las recoletas llega a numerosas casas del mismo modo que determina la nueva fundación de otros monasterios y conventos ya dentro de la reforma.

Las casas que se unen a ellas serían: la Asunción de Toledo en 1597; la Encarnación de Talavera en 1608; el Cister de Málaga (Santa Ana de Recoletas Bernardas) en 1604; Santa Ana de Consuegra (Toledo) en 1617; Santa Ana de Brihuega (Guadalajara) en 1615; el Santísimo Sacramento de Madrid en 1617; San Bernardo de Alcalá de Henares (Madrid) en 1626; Santa Cruz de Casarrubios del Monte (Toledo) en 1633; Santa Ana de Lazcano (Guipuzcoa) en 1646, San Bernardo de Granada en 1682 y el Cister de Córdoba en 1658.

Ya en el siglo XVIII hacen valer su condición de fundación regia desde sus orígenes en Perales y piden ayuda a Carlos III para porder reformar su convento. Las obras seran patrocinadas por el rey quien le encarga a su arquitecto, Francisco Sabatini, la realización de los planos. Comienzan en 1781 y se terminan en 1787.

A partir de estas obras que dan lugar a un imponente edificio neoclásico y del patrimonio artístico que atesoran y custodian las monjas se decide, en el siglo XX, abrir un museo dentro del propio edificio. Se habilita una parte del convento y la iglesia para exponer, entre otras, tres obras pictóricas de Francisco Goya y otras tres de Francisco Bayeu que realizaron por encargo del mismo rey Carlos III mientras se realizaban las obras del convento.

Se abre este museo en 1978 y se muestran además esculturas de Gregorio Fernández o Juan de Mena y una magnífica colección de telas bordadas realizadas a mano por las monjas durante los últimos cinco siglos.

En la actualidad tanto el convento como el museo siguen abiertos y activos. Las monjas se dedican a tareas de bordado aparte de mantener y gestionar su patrimonio.