El Convento de Santa Inés de Córdoba, hoy desaparecido, se localizaba en la calleja a la que dio nombre, de Santa Inés, que se iniciaba en la antigua Plazuela de los Huevos.

Se funda en la segunda mitad del siglo XV junto con otras cinco casas franciscanas en la ciudad. En concreto en el año 1471 Doña Leonor Fernández de Mesa, viuda de Don Alfonso Fernández de Mesa, lo había puesto en marcha, en unas casas propiedad de D. Juan Ruiz, persona que lega previamente en su testamento terrenos para la construcción de un convento en la ciudad.

Debido a sus problemas económicos, esta primera comunidad tiene que trasladarse a al Convento de la Santa Cruz, en 1474, en la misma ciudad. Una bula de Sixto IV permitiría la refundación del mismo en 1475, en el solar definitivo, actual. Doña Leonor y Doña Beatriz Gutiérrez de la Membrilla, que profesaban en Santa Clara, se encargarán de realizar la refundación, en un principio como beaterio.

El terreno que ocupaba el convento era bastante grande, sin embargo la Iglesia era de reducidas dimensiones o medianas, Altar mayor y coros alto y bajo, con algunos retablos de poca importancia, porque no fue época muy floreciente para las artes.

Los terrenos del Convento procedían del marquesado de los Villaverde y ellos costearon la Capilla Mayor del templo.

También tenían enterramiento en él los Aguayo.

El desarrollo de esta institución fue floreciente, gracias a los apoyos reales, Reyes Católicos, donaciones económicas y patrimoniales de fieles, a cambio de misas de mención, legados textamentales de las novicias que ingresaban en la propia comunidad, compra-venta de tierras y cobro de censos por patrimonio. En 1718 la comunidad contaba con cincuenta monjas, diez pupilas y dieciocho criadas, según los datos a portados por estudiosos. Esto permitió su desarrollo y crecimiento hasta finales del siglo XVIII, cuando diferentes leyes supresivas y, desamortizadoras en el siglo XIX, reclamadas por la aristocracia, impiden acrecentar su patrimonio.

Según los trabajos consultados, se desconoce la fecha exacta de su cierre. Pero se conservan noticias que aseguran que en 1837, la iglesia ya es utilizada como pajar y el convento como posada.

Hoy en día existe el solar donde se ubicó y se conservan restos de los muros del convento.