El origen de la comunidad es del año 1497. Doña Teresa Enríquez les hace una casa junto a la Iglesia de Santa Catalina de Torrijos para que puedan tomar los hábitos y vivir bajo los estatutos del monasterio de Toledo de la misma orden concepcionista de la que la fundadora es muy devota.

La casa quedaría muy pronto pequeña por lo que la propia Teresa, ya viuda, decide hacer una nueva donación del palacio que había comprado años antes para su hijo. Al morir este, Teresa lo cede aprovechando que es un lugar perfectamente acondicionado para su uso y con capacidad hasta para cincuenta religiosas.

En este momento solicitan la autorización al papa Julio II que la concede por bula del 11 de junio de 1507. Otorga, además, licencia a la fundadora para hacer vida dentro del convento aún sin tomar los hábitos.

La comunidad pasa a depender del Arzobispo de Toledo y debe observar la regla de Santa Clara.

Esta observancia nunca llegó a cumplirse ya que la comunidad fue siempre seguidora de la reforma concepcionista de Beatriz de Silva.

La comunidad permanece en lel convento hasta el año 1939. Por causa de la Guerra Civil Española se ven obligadas a dejar la casa y las religiosas se reparten entre viviendas particulares y otros refugios. En 1941 logran regresar y se forma de nuevo una numerosa comunidad que habita el edificio hasta 1970. Es entonces cuando el estado del inmueble obliga a las concepcionistas a buscar nueva ubicación.

Se instalan temporalmente en el convento de concepcionistas de La Puebla de Montalban, también en Toledo, hasta el año 1974 cuando se trasladan a un nuevo monasterio a las afueras de Torrijos.

Desde entonces las religiosas siguen ocupando esta misma residencia.