La presencia de los mercedarios en Ronda se remonta al siglo XVI. Doña Juana Martín Naranjo, conocida popularmente como "la beata", cedió unos terrenos de su propiedad para que se erigiese un convento que los frailes mercedarios iniciaron en 1522. El lugar elegido por los religiosos fue una ermita que había en el camino de Málaga, en los Navares, en un lugar conocido como la Cruz de San Jorge, bajo patronazgo de Pedro Martín de la Mata y con Antonio de Chaves como primer comendador. Más tarde, en el año 1551, siendo comendador Pedro de Orense, los monjes mercedarios calzados se trasladaron a la ubicación definitiva, en el cerro del mercadillo, una zona de campo abierto, con una viña, higueras y un pozo de agua.

La fecha en la que terminó el traslado no está clara, aunque según algunas versiones de los historiadores locales el convento ya estaba edificado cuando visitó Ronda el obispo malagueño Francisco Pacheco de Córdoba, en 1577.

La iglesia, que es lo único que se conserva del desaparecido convento, no comenzó sus obras hasta el año 1585. Se trataba de una construcción con naves laterales que albergaban capillas dedicadas a las Ánimas del Purgatorio, Santa Lucía o la Virgen de las Angustias. El retablo mayor incluía esculturas de la Virgen de la Merced, San Pedro Nolasco, San Ramón Nonato, San Pedro Armengol y San Serapio.

El convento fue suprimido en el año 1822 porque no contaba con el número suficiente de frailes designados por la ley para que pudiera subsistir, desde entonces fue utilizado con distintos fines. Un siglo después, la iglesia volvió a tener actividad religiosa gracias a un grupo de monjas Carmelitas Descalzas que, huyendo de su convento en Portugal se instalaron en Ronda en 1924. Las nuevas inquilinas trajeron al templo una de la manos de Santa Teresa de Ávila, reliquia muy venerada por fieles rondeños. Del convento primitivo solo se ha conservado la huerta y la iglesia.