El Convento del Sancti Spiritus de Astorga, en la provincia de León, es una comunidad perteneciente a la Orden Tercera, establecido en torno a 1500, en su espacio actual, pues tiene su origen en un beaterio situado a las afueras de la localidad.

Las raíces de Sancti Spíritus hay que buscarlas allá por los mediados del 1200, que según datos aportados por Angel Sanromán, o Rodríguez López, puede surgir de una capilla perteneciente a la cofradía y parroquia de Santa Marta, situada en la zona conocida como Nevera, a las afueras de la localidad.

Parece ser que en este espacio se pudo dar un monasterio dúplice, ocupado por hermanos franciscanos y el beaterio, en otras dependencias, que en el S.XVI se trasladaría al interior de la ciudad.

Antonio de Garay, franciscano, obispo titular de Sebaste y auxiliar de Burgo de Osma, fue quien bendijo y consagró el nuevo monasterio, en torno a 1500.

Se conocen algunos de los benefactores del convento, pues consiguieron permiso para enterrarse en la propia iglesia, en 1505. Lo constatan las tres lápidas conservadas.

Una corresponde al arcediano del Páramo, en la catedral astorgana, Alonso Garabito que, fundó una capilla, construyó la sacristía y otras dependencias a sus expensas y dejó una fundación anual de 200 ducados. Otra al obispo Mandía y Parga, quien gobernó la Diócesis solamente entre los años 1672 al 74, beneficiando sobremanera al monasterio con varios censos que producían a las monjas más de mil reales al año. El otro obispo, sepultado a petición propia en Sancti Spíritus, es don José Aparicio que, en los 14 años de su pontificado ayudó cuanto pudo a su recuperación reedificando buena parte del mismo, y según había ordenado, en 1723, fue enterrado en su iglesia.

Hasta la Desamortización de Mendizábal, llevó el monasterio una vida más o menos desahogada, sin acumular muchas riquezas como otros, aunque sí llegó a poseer cerca de 600 hectáreas de terreno, repartidas por cerca de cien pueblos.

Las medidas desamortizadoras afectarían de lleno a esta comunidad, en 1868 cuando el Gobierno Central ordenó la desaparición de la mitad de los conventos, las monjas de Sancti Spíritus tuvieron que ser acogidas en el monasterio de Santa Clara.

En 1872 obtuvieron autorización del Gobierno Civil de León para retornar a su convento, salvándolo de una subasta pública dos años después, continuando su actividad con escasos recursos, hasta la actualidad.