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Carta de Diego de las Navas, clérigo privado de decir misa porque admitió el gobierno del obispado de la Nueva Segovia que le dio el cabildo de Manila durante el destierro del arzobispo, pondera los daños que han padecido los que obedecieron las órdenes de la Audiencia en estas circunstancias, y dice que el arzobispo desterrado está ahora favorecido por el gobernador Curucelaegui. Éste dispuso que no fuese a Filipinas la nao en 1686 y 1687, pretextando un rumor falso sobre enemigos. Las islas quedaban en riesgo de perderse por el apoyo de dicho gobernador a los dictámenes del arzobispo y frailes dominicos. Ha deshecho la Audiencia desterrando a los oidores y a otros, ha sacado testimonios falsos para defender sus procedimientos, y fingió cédulas falsas publicando haberse aprobado la restitución del arzobispo, quedando éste más ensangrentado en sus venganzas, con desahogo de los dominicos. Pide que se le favorezca en su causa.