Ordena que no le entreguen a Pedro de Santiago Castillo los 1.250 pesos que le tocaban por la mitad del valor del oficio de provincial de la Santa Hermandad de las fronteras de Pilaya y Paspaya que se remató en Francisco Carrasco, sino que los remitan a España, especificando su procedencia en la carta cuenta y reservándole el derecho de acudir al Consejo de Indias a pedir lo que tuviere por conveniente.