En julio de 1981 se celebró el X Congreso del PCE en Madrid. En ese momento el partido contaba con 84.500 militantes, a los que había que sumar los 80.000 del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).

Santiago Carrillo propuso la creación del cargo de vicesecretario general del partido, siendo nombrado para el mismo Nicolás Sartorius.

A lo largo del Congreso se erigieron dos tendencias contrarias a la dirección de Carrillo: los prosoviéticos encabezados por Ignacio Gallego y Francisco García Salve, que defendían una postura más cercana a las directrices del Partido Comunista de la Unión Soviética, y los renovadores, que defendían posiciones más aperturistas. Con el fin de armonizar las relaciones internas, Julio Anguita presentó una ponencia planteando la unión de las distintas tendencias internas, que sin embargo fue tumbada por el sector carrillista.

Mientras tanto, en la federación vasca del PCE, el secretario general del Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK) Roberto Lertxundi anunció la integración del mismo en Euskadiko Ezkerra (EE); Santiago Carrillo desautorizó tal decisión y expulsó del partido al PC vasco. Esto dio inicio a un debate interno acerca de si realmente se respetaba la independencia de las federaciones del PCE, debate que acentuaba las divisiones internas, y que dio lugar a la expulsión de algunos militantes que apoyaron la decisión de los comunistas vascos, entre ellos un grupo de concejales del Ayuntamiento de Madrid entre los que se encontraba Cristina Almeida.

Durante 1981 y 1983 las expulsiones continuaron, como las Francisco García Salve, Ramón Tamames y Carlos Alonso Zaldívar. También se expulsó del PSUC al sector prosoviético, que formó años más tarde el Partit dels Comunistes de Catalunya (PCC) y el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE).

Aunque Carrillo logró en este Congreso imponer sus tesis, la inestabilidad de la formación y los malos resultado electorales obtenidos en 1982 propiciarán su dimisión.