Las primeras noticias relativas al Monasterio de San Miguel de la isla de Colleira remontan al año 1095. La referencia se puede encontrar en un acto de donación al cenobio, hecha por mano Vimara Menendiz, donde se menciona«en locum Quonicularia, intus Saure mar en la cara» (en el lugar de Coelleira, en el mar, en la boca del río Sor). Se supone que el primer cenobio se regía por la Orden de San Benito.

Aunque la documentación entre los siglos XI y principios del XV sean casi del todo ausentes, será en 1420 cuando tendremos las primeras constancias de la presencia de los canónigos regulares de San Agustín.

En el año 1485, con la cesión de los derechos del prior de San Miguel Lopo Dourado en favor de Ares Pérez de Viladonga, entonces prior de San Martín de Mondoñedo, se ratificará a la unión de los dos centros ambos sometidos a la regla de San Agustín.

Otras dificultades, especialmente económicas, de estos cenobios, y de otros de san Agustín en la diócesis de mindoniense, hicieron que por bula papal de 11 de noviembre de 1534, el monasterio y la isla de Colleira, pasaran a ser anexados a la Catedral de Mondoñedo. Pero todas las referencias indician que ya no había monjes allí, dando fe otro documento de 1595 que el edificio monacal estaba derruido.

En el siglo XVII, una denuncia del deán de Mondoñedo en 1628, ponen de manifiesto que la isla estaba ocupada, en ocasiones, para los navegantes vasco - denominados vizcaínos en las fuentes - para su uso como atalaya en la pesca de ballenas. Al año siguiente, la isla fue vendida a una familia.

En el siglo XIX, la isla fue desamortizada, dejando de pertenecer al cabildo de Mondoñedo, y pasando a propiedad de la Armada Española, para instalar un faro de ayuda a la navegación.