Institución
Convento de San José de Jerez de la Frontera (Cádiz, España)Otras formas
desde 1635 hasta existente actualmente
La fundación de este convento tuvo lugar entre los siglos XVI y XVII. Se atribuye a la visita del entonces lego Fray Pascual Bailón, que acudió a Jerez en 1580 con objeto de llevar unos documentos concernientes a su comunidad al custodio de la Orden de San Francisco, Fray Francisco Jiménez, quien se hospedaba en la casa de doña Catalina de la Cerda. Según cuenta la tradición, en el momento de su partida hacia Valencia, aconsejaron a doña Catalina crear en aquel lugar un santuario.
Al no tener descendencia, doña Catalina y su marido don Mateo Márquez de Gaitán hicieron testamento el 28 de mayo de 1602, cediendo su casa y tierras a la Orden de Santa Clara para fundar un monasterio. Al enviudar, doña Catalina otorgó un nuevo testamento el 3 de enero de 1609, por el que ratificaba el anterior y donaba todos sus bienes a la futura fundación. Ésta se hizo efectiva en 1635, a cargo de su heredero y sobrino Juan Núñez de la Cerda y Ponce de León, I Marqués del Castillo del Valle de Sidueña, y de su esposa Ana Luisa de la Cerda, que aparecen como primeros patrones del convento. El día 5 de julio tomaron posesión del nuevo convento las religiosas descalzas procedentes del de Santa María de Jesús en Sevilla, que previamente se habían hospedado en el convento de Madre de Dios de Jerez: sor Lorenza María de San Agustín, que fue la primera abadesa, sor María de San Gregorio, sor Mayor de la Trinidad, sor Ángela de San Andrés y una novicia.
Hacia 1752 el convento ya contaba con 70 religiosas. Actualmente continúa su actividad y es uno de los más poblados de la provincia de Cádiz.
La entrada al convento presenta una arquitectura sencilla y sobria.
Las dependencias monacales se organizan en torno a los patios, donde el claustro principal muestra una organización y decoración que recuerdan al patio que los Ponce de León tenían en su palacio sevillano. Los patronos del convento pusieron especial énfasis en la decoración de la pequeña iglesia de la comunidad, que se convertiría en sede del panteón familiar.