Bajo las ideas educativas de la Ilustración y el centralismo borbónico se crea el Colegio Académico del Noble Arte de Primeras Letras, por la Real Provisión del 22 de diciembre de 1780 como institución continuadora de la Hermandad de San Casiano que fue suprimida en el mismo Real Decreto. La aprobación de sus Estatutos y del Montepío de sus miembros se produce un año más tarde. En ellos se definen su finalidad, funciones, composición, organización y forma de examinar. Su objetivo era incrementar el control y perfeccionamiento de la formación y exámenes de los maestros de primeras letras. Se encarga de las convalidaciones y exámenes del citado magisterio. Para ello habrá tres examinadores y visitadores generales de escuelas, designados bianualmente, auxiliados por el Secretario General del Colegio y por un Escribano Real. Los estatutos prohibían expresamente que persona alguna ejerciese el magisterio sin haber sido examinado y aprobado por dicho Colegio y obtenido, en consecuencia, el título del Consejo de Castilla, convirtiéndose así en el organismo monopolizador en la expedición de los títulos de maestros. Establecen también una clasificación de los maestros: maestros de escuelas públicas de la corte, maestros de escuelas públicas de fuera de la corte, regentes, lectores de escuelas públicas y leccionistas. La mayoría de maestros que salieron de este Colegio dirigieron las escuelas públicas de la Corte e impartieron enseñanza pública sobre gramática o aritmética. Para el gobierno del colegio había tres clases de Juntas, una general, otra particular, y otra para los exámenes de Maestros. El Colegio fue perdiendo fuerza en el control y ordenamiento de la enseñanza elemental en Madrid al ir surgiendo desde la década de los 70 otras instituciones de algún modo paralelas. Carlos IV a través del Real Decreto de 25 de diciembre de 1791 ordenaba el cese de la actividad del Colegio por la Academia de Primera Educación, dependiente de la Secretaría de Estado y que compartirá funciones con la Junta General de Caridad en lo relativo a formación, exámenes y colocación de maestros. Aunque no toda la doctrina sostiene que la sustitución de una institución por otra fuera de manera inmediata, se afirma que durante un breve período de tiempo todas estas instituciones convivirían juntas compartiendo funciones, hecho que concluiría con una Real Orden de 1804 que derogaba los estatutos del Colegio Académico y la creación de la Junta de Exámenes. Poniendo así, fin al régimen gremial imperante en la enseñanza primaria española.