El Movimiento Internacional Europeo hizo una declaración en su 4º Congreso por el que solicitaba la fusión de los gobiernos de los paises que en ese momento formaban las Comunidades Europeas, esto es, los firmantes, en 1957, del Tratado de Roma (Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Holanda y Alemania Occidental), la elección por sufragio universal de los miembros del Parlamento Europeo, creado en 1952, y, por último, la creación de una verdadera Europa política.

A este congreso acudió el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, constituido en 1949 por buena parte del exilio español, que invitó a sectores desencantados con la dictadura de Franco como monárquicos, democratacristianos o falangistas desencantados. En Munich concidieron por primera vez desde el fin de la Guerra civil Española el exilio republicano con la incipiente oposición interior ligada a sectores del centro y la derecha política. Todos acordaron una propuesta de resolución que manifestaba el deseo de una evolución democrática de la dictadura de Franco, y que fue aprobada por los asistentes al Congreso por unanimidad.

Este acuerdo tuvo una honda repercusión ya que ponía encima de la mesa dos problemas: la falta de libertades democraticas de España que había presentado en febrero de 1962 su candidatura para sumarse al Tratado de Roma, y si los paises firmatarios del tratado admitirían a un país gobernado por un dictador.

La reacción de la Dictadura de Franco fue lógicamente de rechazo, descalificado los acuerdos tomados y desencadenando un fuerte represión contra los españoles que acudieron al encuentro. El Congreso pasó a denominarse por la propaganda del régimen de Franco como el Contubernio de Múnich.