La primera noticia documental de Sant Pere de la Portella se encuentra en una donación efectuada en 997 por Oliba, entonces conde de Berga y después abad, donación que comprendía la mayor parte de lo que serían los dominios de la casa. El origen de este gran monasterio tiene que ver con los señores del castillo de la Portella, Guifré, vicario del castillo de la Portella y su madre, Doda, a los que se atribuye la fundación y dotación de bienes.

En 1035 tuvo lugar la consagración de la iglesia monástica de Sant Pere de la Portella, o de Frontanyà, como era conocida en aquel momento. No será hasta 1060 cuando se conoce el nombre del primer abad del monasterio, por lo que algunos investigadores apuntan a una posible dependencia del Monasterio de Ripoll, como priorato suyo, lo que no se puede confirmar.

Las donaciones recibidas y compras efectuadas por el propio monasterio, ayudaron a completar el patrimonio de Sant Pere de Frontanyà, nombre que se encuentra por última vez en 1098. Su bonanza se dará hasta la segunda mitad del siglo XIII.

En 1348 sufre las consecuencias de una epidemia de peste en la región, debilitando sus recursos. En la segunda mitad del siglo XV la casa se rige por abades comendatarios y durante el siglo XVI sufre ataques de bandoleros que lo dejan sin comunidad por algún tiempo, hasta 1560 que vuelve a funcionar. En 1617 una bula del papa Pablo V unió la Portella con el Monasterio de Sant Pau del Camp de Barcelona que habría hecho desaparecer el cenobio si no fuera por el hecho de mantener tres monjes para cuidar de las iglesias de Sant Pere de la Portella, Santa Maria de la Quar y de Sant Maurici. Cuando la casa fue suprimida en 1835, los tres párrocos continuaron a cargo del antiguo monasterio.