Es el teatro en activo más antiguo e importante de Barcelona.

Su origen se remonta a 1837 cuando miembros de la Milicia Nacional, bajo la iniciativa de Manuel Gisbert, crearon la Sociedad Dramática de Aficionados en el antiguo Convento de Montsió, situado en la Rambla.

Al año siguiente, la necesidad de un conservatorio de música en la ciudad favoreció su conversión en el Liceo Filarmónico Dramático Barcelonés de Su Majestad la reina Isabel II. La importancia y éxito adquiridos entre eminentes miembros de la burguesía barcelonesa, como Joaquim de Gispert i Anglí, hizo posible la construcción de un nuevo teatro en la Rambla. El nuevo edificio, construido sobre el terreno del antiguo convento de los Trinitarios en La Rambla, fue construido según los planos del arquitecto Miquel Garriga i Roca e inaugurado el 4 de abril de 1847. Para su financiación se constituyó la Sociedad del Gran Teatre del Liceu que, a partir de 1855, fue la responsable del teatro.

Un incendio iniciado en una sastrería se propagó rápidamente en el teatro el día 9 de abril de 1861, dejando el edificio en ruinas. Se decidió llevar a cabo la reconstrucción del Teatro, llevada a cabo por el arquitecto Josep Oriol Mestres, siendo costeada por los accionistas y personas con interesas en el mismo. De este modo, en abril de 1862, tan solo un año tras el incendio, se reabrieron sus puertas.

Durante la función inaugural de la temporada 1893-1894, el anarquista Santiago Salvador lanzó al patio de butacas dos bombas Orsini que acabaron con la vida de veinte personas y dejaron numerosos heridos. El teatro no volvió a abrir hasta el año siguiente.

El teatro continuó en manos de la Sociedad del Gran Teatre del Liceu hasta el estallido de la Guerra Civil, en que fue nacionalizado por la Generalitat de Cataluña y cambió su nombre por el de Teatre Nacional de Catalunya (Decreto de 27-07-1936). Aunque posteriormente el régimen de Franco le devolvió la titularidad nuevamente a la Sociedad y Juan Mestres Calvet volvió a dirigirlo.

La situación económica del Liceo empeoró a partir del último cuarto del siglo XX y, ante el temor de su desaparición, se creó en 1980 el Consorcio del Gran Teatre del Liceu para hacerse cargo de su gestión y explotación. Estaba compuesto por la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona, la Sociedad del Gran Teatre del Liceu, la Diputación de Barcelona y, desde 1986, el Ministerio de Cultura.

En 1994 un incendio destruyó la sala y el escenario del teatro. Para su reconstrucción y mejora se decidió que el teatro pasase a titularidad pública, para lo que se creó la Fundación del Gran Teatre del Liceu ese mismo año. A partir de entonces se llevó a cabo la reconstrucción del edificio, imitando la anterior apariencia, pero incluyendo numerosas mejoras. Además, se aumentó de la planta con los solares contiguos de la calle Sant Pau y calle Unió. Finalmente, el edificio reabrió sus puertas el 7 de octubre de 1999 y continúa en funcionamiento.