Hija de un veterinario militar que participó durante algunos años en el conflicto de Marruecos, África Medina Navascués nació en Ceuta en el año 1915 en el seno de una familia paterna originaria de Toledo que cuenta con destacados profesionales de la veterinaria española contemporánea. Sus padres fueron Manuel Medina García y su esposa, María Navascués González, nacida en Manila, hija de Felipe Navascués Garayoa, oficial de la Infantería española que estuvo destinado en Filipinas y en Ceuta. Su abuelo paterno, Victoriano Medina Ruiz, como su padre veterinario militar, fue el fundador del Colegio Oficial de Veterinarios de Toledo y presidente del mismo durante veinticinco años. Su tío Santiago Medina Rossi, hijo del segundo matrimonio del abuelo, presidió también la corporación profesional toledana entre los años 1930 y 1939. Trasladada la familia a Madrid, en la capital de España nacerán sus hermanas Esperanza y Teresa. En octubre de 1927, con apenas 12 años, África aparece con su madre y sus hermanas como donante en una de las campañas para la mejora de las prestaciones de la beneficencia profesional que su padre apoya decididamente, organizadas por "La Semana Veterinaria", la revista que dirige Félix Gordón Ordax. Por eso no extrañar que, una vez finalizado el bachillerato, figure como matriculada en el primer curso de la Escuela Superior de Veterinaria de Madrid en el curso académico 1933-1934. En las aulas de la Escuela, donde las mujeres no llegaban al uno y medio por ciento del total de los alumnos matriculados en los años anteriores a la Guerra Civil. Allí coincidirá, entre otras compañeras, con Elvira Caamaño Díaz, además de con su hermana María de los Ángeles y con las hermanas Paquita y Maruja Roldán Castros, hijas del administrativo del matadero de Legazpi, y con la futura cuñada de Maruja, Brunilda Gordón Carmona. En una entrevista radiofónica realizada para Unión Radio a varias jóvenes de la Escuela de Veterinaria de Madrid por la periodista Matilde Muñoz Barbieri, reproducida en "La Semana Veterinaria" en febrero de 1935, África responde acerca de las expectativas por su futuro profesional lo siguiente: "Pienso dedicarme al estudio de la psicología animal, tal vez porque supongo que esa especialidad debe dar poco dinero y eso se aviene con mi carácter ligeramente romántico; pero, además, porque creo que ese estudio será una buena base para el conocimiento de la psicología biológica, tan interesante y tan de moda". Con la sublevación militar de julio de 1936, tanto África como su hermana Ángela y el resto de las compañeras mencionadas interrumpirán sus estudios. Elvira Caamaño, hija de un funcionario del Ministerio de Fomento y hermana de Carmen Caamaño, se exiliaría en Portugal y el resto de las mencionadas, tras una breve permanencia en territorio francés, conseguirían llegar a México. De ellas, María Roldán y Brunilda Gordón lo harían ya tituladas por la Escuela Superior de Madrid. África y su hermana lo harían años después en México y Paquita Roldán Castros nunca los finalizó por enfermedad. Tras la caída de Barcelona y Girona, África, su madre y sus hermanas logran llegar a Francia caminando por el Collado de los Belitres y cruzando el túnel del ferrocarril que unía las fronteras de España y de Francia. En sus "Memorias del exilio: La vida cotidiana de los primeros refugiados españoles en México", Teresa, la hermana pequeña de África, relata su horror fisiológico a los túneles. Posteriormente se dio cuenta de que los túneles le recordaban "la espantosa salida de España, por el túnel internacional", donde además un grupo de senegaleses las amenazaron con sus bayonetas. En esa época Teresa relata que tenía catorce años y nunca en su vida había visto un negro y nadie la había amenazado de frente con un arma. También se refiere a su intolerancia al olor de la gasolina, porque le recordaba cuando las ametrallaron en una gasolinera de la Bahía de Rosas. En Francia fueron acogidas temporalmente por una familia francesa en Port Sainte Marie, en el sur de Francia, para ser más tarde concentrados en un campo de refugiados de guerra en Burdeos. Su padre, coronel de Caballería del ejército republicano al final de la Guerra Civil, también consigue llegar al país vecino y juntos ya todos los miembros de la familia son concentrados en un campo de refugiados de guerra en Burdeos. Poco después, con la ayuda del gobierno mexicano logran embarcarse en Burdeos con otros 2060 refugiados en el vapor de bandera francesa "Mexique" fletado por el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles bajo la protección del coronel Antonio Haro Oliva, autoridad mexicana del barco, comisionado por el general Lázaro Cárdenas, presidente de la República de México, llegando al puerto de Veracruz en la madrugada del 27 de julio de 1939. En Veracruz África y su familia permanecieron algunas semanas antes de trasladarse a la ciudad de México, donde se establecieron en la Colonia Roma. Nuevamente, será su hermana Teresa la que, en el capítulo "La hacienda de Santa Bárbara" de sus memorias, publicadas en 2007, nos permita conocer su versión de los motivos de la ruptura de una vieja amistad profesional y del distanciamiento de la familia de Manuel Medina con la de Félix Gordón Ordás, por el frío recibimiento que a su llegada a México les dispensaron el veterinario leonés y su esposa, quienes estaban asentados en la capital mexicana desde mayo de 1936, fecha en la que Gordón Ordás comenzó a desempeñar el cargo de embajador de España en aquel país. En la Colonia Roma, el padre de África, el coronel republicano y bacteriólogo Manuel Medina García, una vez conseguida la nacionalidad mexicana en 1940, fundó los Laboratorios Anier, en el número 183 de la calle Colima 183, frente al palacete que en la actualidad ocupa el Centro Gallego de México; laboratorios especializados en la preparación de vacunas, bacterinas y sueros para la ganadería, fundamentalmente mayor. Poco después de establecidos en la capital mexicana, África y su hermana María de los Ángeles, las dos mayores, trabajaron como maestras de una escuela primaria en Santa María Tulpetlac, pequeña población indígena del noreste del Valle de México. Sin embargo, tan pronto como la situación familiar se estabilizó, ambas reanudaron los estudios de Veterinaria interrumpidos en Madrid, ahora en la antigua Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de San Jacinto de la Universidad Nacional Autónoma de México, ubicada en el barrio de Tacuba. A África Medina Navascués le correspondió el honor de haber sido la primera mujer en graduarse en 1944 como médico veterinario en la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, defendiendo la tesis de licenciatura titulada "Breves observaciones para fijar las constantes hemáticas del perro en el Distrito Federal". Después de graduarse, la Dra. África Medina ejerció su profesión durante largos años trabajando como responsable de los servicios técnico-científicos del laboratorio de su padre, los Laboratorios Anier. A la muerte de éste en 1961, la empresa paterna fue vendida y ella pasó a trabajar en el área administrativa de la División Veterinaria de la empresa suiza Laboratorios Sandoz. Algunos años después, África se acreditó como una excelente traductora de la obra del húngaro André Reszler, La estética anarquista, actividad en la que destacaron los tíos de su marido, José Robles Pazos y Margarita Villegas, y también lo hará después su hija Paloma. Once años antes, el 26 de diciembre de 1950 había contraído matrimonio con Jorge Fernández de Villegas, hijo de la actriz Pura Villegas y sobrino de Amparo Villegas, también exiliadas en México. El matrimonio fijó su residencia en la Colonia del Valle. Los testimonios conocidos apuntan que las tertulias literarias en su casa eran memorables. En ella criaron a sus dos hijos, Paloma y Manuel, y tuvieron la fortuna de disfrutar de su matrimonio durante más de cincuenta años. En el año 2005, tres años después de la muerte de su marido, África Medina Navascués falleció con 90 años en la Ciudad de México, a la que llegó con apenas 24 años y en la que tuvo la fortuna de poder rehacer una vida truncada por el golpe de Estado de julio de 1936 y por la posterior Guerra Civil que marco la vida de generaciones de españoles a uno y otro lado del Atlántico.