El origen de las religiosas trinitarias se encuentra en el convento de Avingaña (Serós, Lérida), fundado en 1201, y entregado en 1236 por el ministro general, Nicolás, a la hija de Pedro II de Aragón para que fundase allí una comunidad de religiosas. La vida comunitaria no comenzó hasta el año 1250, no conociéndose más conventos hasta el siglo XVI, cuando se funda el de Villoruela en 1510. Otros conventos fueron antiguos beaterios que evolucionaron de forma natural, como los de Alcalá la Real, fundado en 1560 o el de Burgos, fundado en 1586.

Durante el siglo XVII se produce una rápida propagación de la orden femenina, existiendo 400 religiosas en 1623. También este siglo se produjo la llegada de movimientos reformadores a la orden femenina, naciendo las trinitarias descalzas en Madrid, en 1612 y las recoletas en 1680, éstas últimas obra de Angela María de la Concepción. El siglo XIX trajo varios procesos de exclaustración de religiosos y desamortización de bienes eclesiásticos que afectaron a las ordenes religiosas españolas. Las trinitarias sufrieron enajenación de bienes que posteriormente fueron vendidos en subasta pública. No obstante la orden no fue suprimida y a día de hoy continúa su presencia en España.