Al comienzo de la Guerra de la Independencia, el Ejército, las milicias y el incipiente fenómeno guerrillero expresan tres realidades políticas distintas. Mientras el Ejército tiene una visión de conjunto, las milicias tienen una concepción de la lucha localizada en las ciudades ya sean grandes o pequeñas, y las guerrillas buscan, principalmente, el campo agreste para organizarse y poder atacar y dar el golpe preciso al enemigo. A partir de mayo-junio de 1808, estos tres tipos de organización realizaron una serie de operaciones espontáneas: las operaciones propias de un Ejército regular, con regimientos y batallones o escuadrones; las de tipo defensivo por parte de las milicias provinciales con batallones y compañías, preferentemente para proteger las ciudades; y las operaciones del naciente movimiento guerrillero para atacar por sorpresa a las columnas enemigas en tránsito.
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