La Guerra de la Independencia, como todas las guerras, se convirtió en una guerra de opinión y de propaganda.
Guerra y propaganda son dos fenómenos inseparables. La acción bélica necesita de la propaganda para disponer el ánimo de cuantos sufren las consecuencias de la guerra, sirve para aglutinar a la opinión pública del propio bando y como agente de movilización social frente al adversario. Al mismo tiempo, se convierte en factor de desestabilización del campo enemigo, al fomentar la división y las confrontaciones internas.
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