La comunidad de intereses y de sentimientos de todos los españoles se explicita en las proclamas y manifiestos mediante la fórmula trinitaria Religión-Rey-Patria, que se utilizó ya en la Guerra de la Convención (1793-95), como símbolo de los valores hondamente arraigados en la tradición y en el pueblo, verdaderos signos de su identidad. Se convierte en eslogan para obtener el apoyo de todos los españoles de las diversas ideologías en la lucha contra el francés.
El clero secular y regular en sus sermones identificó la contienda como una guerra santa o cruzada, fundamentada en el Apocalipsis de san Juan y en los Libros de los Macabeos.
La Iglesia y la religión tuvieron un papel importante de cara a la socialización y explicación del conflicto entre el pueblo y, sobre todo, en el mundo rural, que vio en Napoleón y en la ocupación militar del territorio una clara agresión contra la propia identidad individual y comunitaria.
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