Se puede intuir que, ya entonces, existía en las ciudades y pueblos una incipiente opinión pública que deseaba tener noticias de los sucesos, lo que propició la proliferación de todo tipo de documentos y panfletos. El ilustrado catalán Antonio de Capmany en su obra Centinela contra franceses (1808), de la que se hicieron numerosas ediciones y traducciones a otros idiomas, reitera su objetivo de poner la pluma al servicio de la espada con el fin de denigrar a Napoleón. En aquellos momentos difíciles, la imprenta y la prensa periódica desarrollaron un papel importante, multiplicándose por docenas los periódicos en muchas ciudades con el fin de transmitir los valores patrióticos capaces de reanimar la lucha para conseguir la victoria. Si en la España patriótica se publicaron 279 periódicos durante la guerra, de ellos 68 en Cádiz, en la España josefina tan solo 25.
Otros instrumentos de la propagada patriota fueron los folletos, opúsculos, proclamas, avisos, catecismos, diálogos, instrucciones, discursos, canciones y romances que se difundieron por doquier. Las imprentas más prolíficas fueron las de Cádiz, Valencia, Palma de Mallorca, Alicante, Murcia, Manresa, Tarragona y Santiago de Compostela. También la música patriótica (canciones, marchas, himnos y danzas) se utilizaron como soporte de la propaganda durante la contienda.
Del mismo modo, la Administración josefina utilizó medios similares de propaganda para conseguir el apoyo y adhesión de los españoles a su Gobierno.
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