El Ejército francés se nutría del servicio militar obligatorio: la promoción en el empleo era un camino abierto a soldados y suboficiales y la instrucción técnica era muy importante. Sus generales eran experimentados y su superioridad se basó en actuar siempre a la ofensiva. Pero en España se enfrentaron con un tipo de guerra irregular, que trastocó toda su estrategia y se convirtió en un avispero mortal.
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