Tras los primeros fracasos militares, las tropas españolas fueron presas del hambre, la desnudez y la indigencia, y fueron abastecidas por los propios británicos, por los donativos de particulares y por la ayuda de las colonias americanas. En todo caso, los pueblos fueron sometidos a la fiscalización directa, que impusieron todos los contendientes, sufriendo numerosas vejaciones, saqueos y rapiñas.
Los recursos económicos son esenciales en el desenlace de toda contienda de grandes dimensiones, como fue la Guerra de la Independencia. Es necesario conocer cómo se financiaron y cómo se obtuvieran tales recursos.
Las armas individuales no eran muy distintas en unos ejércitos que en otros. El armamento de los soldados de Infantería era el mosquete o fusil de chispa con balas esféricas de plomo y bayoneta y, en algunas unidades de Caballería, las lanzas y los sables. Los que no tenían armas utilizaban chuzos y objetos cortantes.
El intendente de la provincia era el intendente del Ejército. Los mercaderes y trajinantes se encargaban de proporcionar los víveres para los ranchos de los soldados. Hubo desorganización en la gestión de los recursos y dificultades para equipar de calzado y vestuario a los soldados y abastecer a la población civil.
El Ejército recurrió a la incautación de carros, animales de tiro (caballos, yeguas, mulos y mulas) y otros instrumentos de las labores del campo. A los pueblos se les exigió préstamos forzosos bajo amenaza y a los campesinos se les requisaron sus productos. La distribución de las cargas fue muy desigual.
Transportar los bagajes del Ejército fue una tarea difícil y costosa, al no disponer de medios propios, por las malas comunicaciones existentes y el deficiente estado de los caminos y carreteras. La información se obtenía por medio de espías y en el campo de batalla se realizaba mediante correos.
Los servicios médicos eran básicos. La infección de las heridas causaba la muerte por gangrena. Para atajar el problema, se amputaba el miembro afectado. Se establecieron hospitales de sangre en conventos e iglesias y las bajas por enfermedad superaron a las causadas por heridas de guerra.
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