Institución
Universidad de Alcalá (1499-1836, Madrid, España)Otras formas
desde 1499 hasta 1836
La Universidad de Alcalá fue fundada por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros pocos años después de ser nombrado arzobispo de Toledo, conforme al modelo de Colegio-universidad, en que el Colegio, bajo la advocación de San Ildefonso, será al mismo tiempo sede de la comunidad colegial y cabeza de la universidad, con un único rector. El papa Alejandro VI expide la bula fundacional en 13 de abril de 1499, pero las circunstancias políticas que obligan a Cisneros a ocupar la regencia retrasan la ejecución del proyecto de forma que las aulas no se abrirán hasta 1508.
No es Cisneros el primer arzobispo de Toledo que tiene la iniciativa de crear en su diócesis y en la villa de Alcalá una universidad. El arzobispo Gonzalo García Gudiel obtiene en 20 de mayo de 1293 un privilegio de Sancho IV concediendo a la ciudad un Estudio de Escuelas Generales con las mismas exenciones que el estudio de Valladolid, pero no hay referencias documentales sobre su efectivo funcionamiento. La segunda iniciativa corresponde al arzobispo Alonso Carrillo de Acuña, hijo de los condes de Buendía, a quién el papa Pio II, por bula de 17 de julio de 1459 faculta la erección de tres cátedras de artes. El arzobispo Carrillo, colegial en el de San Clemente de Bolonia, fundó también en Alcalá el convento de San Diego y la iglesia de los santos Justo y Pastor, que luego recibiría el título de Magistral, y quedaría vinculada al colegio-universidad a través de la figura del abad, al mismo tiempo cancelario de la universidad.
La Universidad de Alcalá en un principio recoge la herencia de las escuelas catedralicias en las que se da prioridad al estudio de la teología como punto de referencia del enfoque de otras disciplinas y va evolucionando hasta llegar al modelo liberal estatalizado. La política intervencionista de Carlos III será decisiva para el control de la gestión de la universidad por parte del Estado, al separar el Colegio Mayor de San Ildefonso y la universidad. Tras varios intentos frustrados de traslado a la Corte, la universidad de Alcalá quedará definitivamente clausurada en 1836 y sus rentas y profesorado transferido a la nueva universidad de Madrid.
Junto al Colegio Mayor de San Ildefonso, el cardenal Cisneros instituyó ya en 1510 varios colegios para estudiantes pobres. Justificaba la erección de estos colegios para que los escolares que acudían a Alcalá no tuvieran que abandonar sus estudios por falta de recursos En 23 de marzo de 1513 dictó unas constituciones para estos colegios: "Madre de Dios", o de teólogos, "San Pedro y San Pablo", para religiosos franciscanos, "Santa Catalina, Santa Balbina, San Dionisio y San Ambrosio" o de artistas, para lógicos y sumulistas, físicos y metafísicos, "San Eugenio y San Isidoro", para gramáticos y griegos, y "San Lucas", Colegio-hospital para estudiantes enfermos. Preveían las constituciones que se creasen nuevos colegios a medida que las rentas lo fueran permitiendo. Así se crearon por rectores del colegio de San Ildefonso el de "San Jerónimo" o trilingüe (hacia 1525) y el de "San Lorenzo", de gramáticos (hacia 1538).
Para ser admitidos en estos colegios era necesario probar pobreza, no pudiendo continuar en ellos quienes adquiriesen un medio de vida. Se daba preferencia a los diocesanos de Toledo, sin excluir a los de Alcalá. El cardenal designó varios patronos que podían presentar hasta cuarenta y tres colegiales. Algunas órdenes religiosas: dominicos, trinitarios, carmelitas, mercedarios, jesuitas, mantenían colegiales en sus conventos o en colegios por ellas creados, pero apenas si hay vestigios documentales en la Sección: pleitos y procesos ante la Audiencia escolástica. De ellos tal vez sea del Colegio de la Compañía de Jesús del que se tienen más noticias por haber sido durante 20 años sede de la Universidad, que tuvo en este tiempo la administración de todos sus bienes. Además de los colegios de regulares, surgieron en Alcalá otros colegios, bien fundados por algunos obispos, para proporcionar a sus diocesanos una buena formación teológica, por el prestigio que habían alcanzado en Alcalá los estudios de Teología, o bien por personas que a título particular erigen y dotan colegios para sus familiares o estudiantes de su mismo lugar de origen. De estos colegios seculares se conserva documentación de: "San Jerónimo" o de Lugo, "Santa María de Regla y de los Santos Justo y Pastor" o de León, "San Martín y Santa Emerenciana" o de Aragón, "San Ciriaco y Santa Paula" o de Málaga, "Santos Justo y Pastor" o de Tuy, "Sta. Justa y Rufina",o de estudiantes andaluces, "San Jorge" o de los irlandeses, "San Clemente mártir" o de los manchegos, "San Juan Bautista" o de vizcaínos, "Sta. Catalina mártir" o de los verdes, "Santiago" o de los caballeros Manrique, "San Cosme y San Damián" o de Mena. De fundación real es el colegio por ello denominado "del Rey", bajo la advocación de "San Felipe y Santiago". Ante la situación precaria de los colegios, agotadas sus rentas, hubo que refundirlos para reducir su número. La reforma de García de Medrano incorpora al de Sta. Catalina o los Verdes, los colegios de San Cosme y San Damián, San Clemente Mártir con sus agregados, y Santos Justo y Pastor en 1666; la de Díaz de Rojas agrega al de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga, los de Aragón, León y Lugo, en 1779. Un último colegio se iba a erigir en Alcalá, en fecha tan tardía con respecto a los demás como es 1777. La fundación de este nuevo colegio en Alcalá, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, expresión de las devociones de su fundador, Carlos III, está motivada por la necesidad de llevar a la práctica los planes de agrupación de colegios preconizados por la citada Reforma de Díaz de Rojas. En él se reunieron todos los colegios cisnerianos excepto el de San Pedro y San Pablo.
En 1821 se dispone el traslado de la Universidad de Alcalá de Henares a Madrid, con el nombre de "Universidad Central", después de un intento frustrado en 1813, en el marco de un proceso de centralización y estatalización de las enseñanzas universitarias. Rápidamente se hizo efectivo el traslado, redactándose un nuevo Reglamento interno e inaugurándose las nuevas instalaciones en noviembre de 1822, pero la vuelta del Antiguo Régimen significó el fracaso de este primer ensayo, y en julio de 1823 los estudios universitarios volvieron a Alcalá de Henares. Sólo tras la muerte de Fernando VII la Universidad se trasladaría definitivamente a Madrid, por decreto de la Reina gobernadora de 1836.